Ahora que terminaron las elecciones del poder judicial y los conversatorios sobre la nueva Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión podemos hacer un par de balances sobre ambos ejercicios democráticos.
Sobre los conversatorios, todos los actores del sector dijeron lo que tenían que decir. Nadie puede alegar que no se les escuchó. Las mesas sirvieron para ventilar preocupaciones y propuestas. Aunque la iniciativa de ley llegó con huecos y redactores que parecían fans del suspenso, eso no significa que estemos en vísperas de volver a los años 70 con un Gran Censor Nacional vigilando frecuencias y cortando señales. Tranquilos todos.
La palabra “parlamento” viene de “parlar”, no de “patalear”. Y en ese sentido, los conversatorios cumplieron. Se charló, se argumentó y hasta se llegó a ciertos puntos de coincidencia. Pero también vimos desfilar a quienes ya tenían listo su argumento forzado de la “Ley mordaza”. Como si en este país hubiera alguna posibilidad real de silenciar a los que confunden libertad con libertinaje. Ojalá se pudiera.
Una cosa es respetar la libertad de expresión y otra es aplaudir los irresponsables llamados a no ejercer un derecho ciudadano usando frecuencias del espectro, un bien de la nación. Porque sí, votar para elegir al nuevo Poder Judicial es un derecho. No es una mercancía ni corrido tumbado que se pueda boicotear en prime time.
En México, la televisión, tanto pública como privada, se considera un servicio público de interés general. Desde el punto de vista regulatorio, el servicio público de la televisión debe garantizar que la transmisión de información y la difusión de contenido se realicen de manera que se beneficie a la sociedad en su conjunto. Hacer lo contrario es tomar un sedicioso camino hacia la verdadera polarización.
Por eso, más allá de las agendas ocultas y de que los resultados de la jornada electoral del pasado domingo continúan procesándose, vale la pena destacar lo que hizo N+, la división de noticias de Televisa, el domingo de la elección judicial.
Sin aspavientos ni cargadas, transmitieron 12 horas ininterrumpidas cubriendo el proceso. Reporteros en casillas de todo el país, narración minuto a minuto y, sobre todo, una postura informativa sobria, sin inclinaciones evidentes.
El resultado es un liderazgo de audiencia confirmado el domingo. Según HR Media, seis de los diez noticieros más vistos son de N+ y N+ Foro TV. La audiencia no es tonta, sabe reconocer cuándo la información llega sin aderezos, sin guiones dictados y sin agendas ocultas.
Aunque no estemos de acuerdo con ciertas posiciones políticas, lo responsable de una televisora es informar, generar conciencia, incluso alentar el debate, pero nunca actuar en contra de los intereses de la sociedad. No hay libertad editorial que justifique atentar contra la participación ciudadana.
A por ellos
Oscar Mora, CEO de EN-TI, ya tiene maletas listas rumbo a Europa. Su empresa, cien por ciento mexicana y con acento estratégico, evalúa proyectos en España y Francia. Su llamado “Plan Maestro” ubica a México como un hub tecnológico y estratégico entre Estados Unidos, América del Sur y ahora Europa.
EN-TI no juega al emprendedor de discurso, ha metido más de 100 millones de pesos de su propia bolsa para expandirse. Ya opera en Texas y California con Alegre & Associates, y pisa firme en Argentina y Colombia de la mano de Red Hat, su socio con capa roja.
La empresa se define como una “boutique tecnológica”, es decir, soluciones a la medida con estilo, código y visión. Entre sus clientes se encuentran FEMSA, Volaris, CONSAR, Grupo AXO y Google, entre otros. Pero mientras otros siguen en pitch mode, Mora ya está negociando en francés y reservando en español.
Migrante digital
Layla Delgadillo no solo protege datos, también cruza fronteras. La empresaria mexicana, con más de 20 años en ciberseguridad, estrenó oficinas de Silent4Business en Houston, confirmando que su estrategia de expansión global no solo es discurso de LinkedIn.
Desde su plataforma ‘4YOU’, la firma crea escudos digitales contra hackers, amenazas y esa nueva plaga llamada violencia digital. Pero Layla no se queda en el código, también empuja leyes desde la trinchera pública, colaborando con autoridades federales para que México no se quede como espectador en la guerra cibernética. Silent4Business no solo crece, también advierte que el futuro de la seguridad no está en las armas, sino en los algoritmos. Y sí, están de manteles largos… pero con antivirus incluido.
Columnista y comentarista