Hace unas semanas te comenté sobre el valor monetario que representan para las empresas todas sus estrategias de responsabilidad social y sustentabilidad. Entonces te dije que convertirse en una empresa socialmente responsable resulta muy buena inversión.
El estudio de la firma de servicios financieros Morningstar nos mostraba cómo los índices ESG (por sus siglas en inglés: environmental, social y governance) son más rentables que los índices tradicionales que operan en los mercados de valores. Es decir, una emisora es más rentable dentro de un índice ESG que en el mercado abierto.
Con esto quiero reafirmar que el valor de ser una empresa bien portada es muy rentable o, en contrasentido, ser menos empática con la sociedad y el medio ambiente es muy costoso. Para eso te tengo dos ejemplos recientes que pueden ser una evidencia de que la responsabilidad social transforma modelos de negocios y empresas.
Ayer nos enteramos de que finalmente Apple cedió a la presión y pronto terminará con su política de restricción a la reparación de sus equipos. Dentro de poco, pondrá a disposición del público en general todos los manuales, repuestos y herramientas de diagnóstico para la reparación de sus equipos. Como bien sabes, la marca de la manzana tiene políticas de restricción para que cualquier persona pueda reparar sus equipos, pues solamente se podía hacer con agentes autorizados para ello.
La falla de los equipos Apple, incluyendo la indudable pero siempre negada obsolescencia programada, siempre fue una monserga para los dueños. Cada que se descomponía uno de sus aparatos, la reparación resultaba tan cara que en ocasiones obligaba a desechar el equipo. Pero eso se acabó.
Apple cambió sus políticas, no por caridad o porque tuvieron una epifanía; lo hizo por la presión de un grupo de accionistas que amenazaron con ventilar esas malas prácticas ante las autoridades bursátiles de Estados Unidos. Algunos representantes de fondos que invierten en empresas que se presentan como verdes o sustentables, incluyendo a Apple, han denunciado las políticas anti reparación de la empresa pues presumen que eso atenta contra el medio ambiente.
Al principio, el programa de Self Service Repair de Apple se concentrará en las pantallas, baterías y cámaras de sus iPhone 12 y 13, pero en una de esas se amplía a otros modelos. Es un avance mínimo, pero lo es.
El otro ejemplo no es del todo tecnológico, pero pone en evidencia cómo el respeto a los valores ambientales y sociales puede ser muy rentable. Se trata además de un proyecto que conozco desde hace muchos años. Por esas fechas tenía una alta responsabilidad en el manejo de la información financiera, económica y de negocios en otro medio, razón por la cual constantemente tenía información sobre la planta de fertilizantes en Topolobampo, Sinaloa. De un día para otro, ya no supe más del proyecto. Se apagó, se desvaneció.
Sin embargo, parece que el proyecto ha revivido y atrás quedaron los lúgubres tiempos de la corrupción que frenaron su construcción. El proyecto, que implica una inversión de 5 mil millones de dólares y la creación de 15 mil empleos directos e indirectos, eso sin contar la detonación de otras actividades económicas, será sometido a consulta pública el próximo 28 de noviembre.
No conozco Topolobampo, ni sé cómo viven allí, pero lo que me queda claro es que a todo el país le conviene tener una planta en territorio nacional que surta la demanda de 2 millones de toneladas anuales de fertilizantes que tenemos en México. Es urgente, porque además los precios internacionales de los fertilizantes se fueron a las nubes durante los últimos meses pandémicos.
Es casi imposible comprar ese producto con incrementos de precios que van desde 200% hasta 300%. Si no hay fertilizantes baratos, se reduce la producción de alimentos, y si hay menos alimentos su precio se encarece. ¿Entiendes ahora por qué los tacos y el pico de gallo ya son más caros?
Quienes protegen su negocio, seguramente seguirán oponiéndose a la planta. Tal vez sabotearán la consulta, o van a llamar a votar en contra, argumentando que contaminará la bahía, si es que se puede contaminarla más. Sin embargo, ¿tú crees que ProMan, la empresa que encabeza el proyecto, expondría semejante inversión de dinero y tiempo, sin considerar el daño ambiental? El proyecto también tiene participación del Estado alemán, y eso debería ser garantía del cuidado y el respeto al entorno social, ambiental y laboral de la región. Por eso, si no te involucras, luego no te quejes. Vota, participa y ejerce tu presión social. Dale, Topolobampo.
Columnista y comentarista
Twitter: @hugonzalez0