En Washington se habla de Venezuela y México, con discursos que llegan a toda la Unión Americana. Hace unos días fue el turno del Departamento del Tesoro quien designó a un cártel venezolano como organización terrorista global. El golpe tiene implicaciones financieras, legales y de seguridad. También emite una señal de alerta dentro de la opinión pública estadounidense.
La designación del “Cártel de los Soles” atiende a peticiones, como la del senador Rick Scott, para frenar una “influencia maligna” y proteger al “pueblo americano del flujo de drogas ilegales” (25 de marzo de 2025). En el mismo sentido, la idea de “America First” (primero Estados Unidos) permite sancionar a cualquier país que le exporte opioides y carezca de Estado de Derecho.
La calificación de “grupo trasnacional terrorista” es poderosa, porque permite a EU tratar esta problemática como asunto de seguridad nacional y actuar con mayor libertad fuera de sus fronteras. Por ley, problemas como cárteles, fentanilo y lavado de dinero pueden asociarse con el terrorismo.
Además, crece el sentimiento de que ciertos países latinoamericanos son una amenaza, viven “sin gobierno” y sus migrantes cargan con sus males. La nueva narrativa sostiene que tampoco se puede confiar en empresas, bancos, ciudadanos extranjeros y que pueden estar vinculados a operaciones del crimen organizado.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro, ha señalado al gobierno de Venezuela y enviado un mensaje a otros vecinos. Se bloquearán los activos, habrá restricciones comerciales y se investigará a los socios o interlocutores del citado cártel. Eso incluye gobiernos, así como bancos, casas de bolsa, empresas, e incluso, profesionistas o personas migrantes.
La acción toca de manera paralela a México: “El Cártel de los Soles es un grupo criminal de Venezuela, encabezado por Nicolás Maduro Moros (sic) y otros individuos venezolanos de alto nivel en el régimen de Maduro que proveen apoyo material a organizaciones terroristas extranjeras amenazando la paz y la seguridad de los Estados Unidos, a saber, el Tren de Aragua y el Cártel de Sinaloa” (Comunicado de OFAC, 25 Jul. 25).
En el mismo contexto del combate al narcotráfico, el Departamento de Estado ha retomado el debate crítico de Venezuela. Ha manifestado su “apoyo reiterado” para restaurar la democracia”, asumiendo que “Maduro no es presidente legítimo”, ha manipulado elecciones y que instituciones venezolanas han facilitado actividades del crimen organizado.
El problema de México yace en la opinión pública “americana”, negativa y creciente en varios sectores. Es delicado que se hagan paralelismos con el caso venezolano. El primer rechazo lo pagan los migrantes indocumentados, los más vulnerables a la deportación, separación de familias y pérdida de su patrimonio. La comunidad mexico-americana sufre también el embate pues aun contando con ciudadanía ha sido asociada con estereotipos criminales y “cárteles”, a nivel laboral, educativo y en la vida cotidiana.
Los nuevos afectados son los bancos, empresarios y comerciantes mexicanos pues el que “cumplan las reglas en su casa” (regulaciones), no genera confianza en EU, sino por el contrario, los expone a un mayor escrutinio. Aumenta la mala imagen mexicana en EU y se necesitarían recursos extraordinarios para contrarrestarla con una positiva, pues ese discurso ya ronda la mente de 342 millones de personas.
Especialista en geopolítica y miembro de Comexi