El cambio de régimen en México nos lleva a pensar si es tiempo para una diplomacia total o si el país debe tener una diplomacia ausente. La riqueza cultural mexicana resurge en medio de un abanico de posibilidades que no acaban en la fuerza económica.
Brasil y Luiz Inácio Lula da Silva fueron los invitados más llamativos en el cambio de poder del primero de octubre. Lula colocó sobre la mesa: cooperación con el gobierno mexicano, productividad y desarrollo tecnológico.
Hay gran expectativa de que la primera Presidenta aborde lo urgente e importante de la agenda internacional. En efecto, México ha podido posponer su papel en el mundo en distintos momentos, pero nunca evitarlo.
“Estamos condenados a la grandeza”, decía José Juan de Olloqui. Lo que le faltó aclarar a nuestro embajador y pensador fue que esa grandeza no se refiere a que los mexicanos dominen el planeta, sino a que el país tiene que ser grande en el sentido de madurar. Tener una diplomacia de adulto, no una política exterior adolescente.
Recordemos las dos Guerras Mundiales, escapamos de ataques al territorio, mas surgieron junto a ellas problemas que saltan ante nuestros ojos. El país se integró a la economía mundial como un gran maquilador, pero sin tecnología propia. Somos poderosos con un PIB de 2 trillones de dólares (fuente: FMI) pero débiles sin una marca mexicana ni de autos, televisores o teléfonos celulares.
El narcotráfico nos ha dado fama global. Algunos intelectuales datan precisamente la producción masiva de narcóticos en Sinaloa, con la demanda en la Segunda Guerra del ejército estadounidense, otros culpan a los inmigrantes chinos. En el siglo XXI, la cultura, música y gastronomía mexicanas han recorrido los continentes, pero sólo el 5% de los mexicanos entiende el idioma inglés.
En 2024 tenemos la misma geografía, pero con respuestas a kilómetros de distancia. Altagracia Gómez, líder del Consejo Asesor Empresarial presidencial, promueve el diálogo de alto nivel con Estados Unidos y Canadá en: industria automotriz, electromovilidad, semiconductores, agroindustria, farmacéutica y dispositivos médicos. Lo que la diplomacia total recomendaría en estos sectores sería salir de la zona de confort, de América del Norte y la Unión Europea, explorar acuerdos con Corea, Taiwán y los BRICS.
Parte de madurar es entender las ventajas y costos de nuestra geopolítica. La frontera estadounidense ha sido una puerta para los mexicanos que buscan mejores oportunidades o los que huyen de la violencia. Hoy lo es también para el resto de los latinoamericanos. El Centro de Dignificación Humana reportó el cruce de un millón de migrantes por la frontera sur de México, sólo en 2023, el mayor en tiempos modernos.
El libro de “la diplomacia total” cumple 30 años y recuerda que la política exterior e interior están hechas por personas. Más allá de las virtudes geográficas y naturales, el mayor recurso mexicano es su gente y su cultura.
La Presidenta de México tiene un perfil que cualquier mexicano que lo copie puede mejorar su condición y calidad de vida, en cualquier oficio. Estudió ciencias exactas, matemáticas, música, inglés y tiene experiencia en el extranjero. Es una embajadora natural del país y un modelo de superación.
Especialista en geopolítica y miembro de Comexi