Poca gente pensaría que un foro como el de Davos sería el lugar ideal para que la India o países africanos reclamaran su lugar en el mundo. El Foro Económico Mundial ha sido definido por distintos medios internacionales como el “club de los ricos” amén de que “se realiza en Suiza”. Pero problemas como la desigualdad, el calentamiento global y la pandemia del Covid-19 han revitalizado este espacio de discusión y consensos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han sufrido grandes golpes de sus detractores en años recientes, al igual que el multilateralismo. Había quienes afirmaban que la Agenda de Davos podía desaparecer.
Desde 2018 se registró un descrédito generalizado de las cumbres globales que incluso se consideraban espacios de frivolidad y pérdida de tiempo para los mandatarios mundiales que ahí se encontraban. En 2019 Chile canceló la cumbre mundial del clima y el foro Asia-Pacífico debido a las críticas de su población. No obstante, 2021 se ha definido como “un año crucial para reconstruir la confianza” de los gobiernos y los organismos internacionales.
Es posible que el Coronavirus y el calentamiento global hayan salvado al Foro Económico Mundial este año. La atención a estos dos problemas sería impensable sin acuerdos colectivos y sin presupuestos sustantivos. Lo más palpable es que las instituciones importan y que naciones como China, Alemania y Francia las han defendido. La sorpresa esperada fue que Estados Unidos volvió a apoyar plenamente a la ONU y que anunció por distintas vías su esfuerzo político y presupuestal para la OMS. En el mismo sentido, el discurso del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, su director general, fue de los más esperados y vistos en redes sociales.
La humildad de los líderes participantes mejoró sin duda la calidad del debate y lo dotó de contenido. Emmanuel Macron, presidente de Francia; Angela Merkel, Canciller Federal de Alemania; Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea; y Xi Jinping, presidente de la República Popular China, hicieron un llamado a la cooperación mundial y regional. Antonio Guterres, secretario general de la ONU, reconoció la fragilidad humana develada en la pandemia del Coronavirus.
Un consenso claro fue que “la cooperación mundial no es un lujo” sino un ingrediente necesario para la recuperación de hoy y la resiliencia de mañana. 2020 enseñó no sólo que la economía y el medio ambiente están interconectados en todo el mundo, sino lo más sensible que tenemos: la salud pública y la vida misma. Los presupuestos médicos no son un gasto sino una inversión indispensable.
Los países africanos se mostraron como el nuevo espacio de oportunidad para la inversión extranjera directa y el desarrollo económico. África es el continente más joven del planeta y con mayor posibilidad de crecimiento en su clase media. China y la India lo han reconocido y tienen más cercanía con algunos de ellos, inclusive que las economías occidentales.
África es la región que sufrió el menor impacto del coronavirus, aunque no quedó intacta. El presidente de Sudáfrica Cyril Ramaphosa, quien también se desempeña como presidente de la Unión Africana, reconoció que “los desafíos no fueron creados por el virus, fueron creados por nosotros”. El mandatario tiene razón, es momento de asumir responsabilidades no de repartir culpas.
La académica india Jayati Ghosh cerró la Agenda Davos con su propuesta para el desarrollo de las mujeres y el empleo con enfoque de género. “La cooperación internacional será clave para implementar muchos cambios”, las mujeres además de estár subvaluadas en la economía ahora han sido golpeadas por la pandemia. Esa voz ha resonado y tiene vigencia en todos los rincones del planeta. Tiene impacto más allá de los alpes suizos y pone a reflexionar a América Latina.
Especialista en geopolítica y miembro de COMEXI