La próxima pelea del boxeador Canelo Álvarez en Riad cautiva la atención mexicana, cuando lo más valioso de Arabia Saudita es su influencia mundial y despliegue geopolítico. Al igual que los sauditas, los brasileños han demostrado que lo suyo son las relaciones internacionales y que su inversión diplomática en Estados Unidos gana.
Entre los golpeados por la Unión Americana aparecen Canadá, México, Panamá, Colombia, Dinamarca (Groenlandia), Ucrania y la Unión Europea. Se salva de la tunda Brasil y triunfa el equipo saudita. ¿Esto es suerte o hay un trabajo de fondo que da a estas naciones las cartas de negociación que los otros no tienen?
Al igual que en los deportes de alto nivel, el éxito de un país frente a los otros significa disciplina, dinero y una gran preparación. Aquí, el fruto ha sido sembrado en dos niveles. Los sauditas emplean elementos de poder nacional como petróleo, empresas diversificadas en distintas latitudes y alianzas militares, dentro y fuera de su espacio vital en la península arábiga.
Hoy la economía saudita es 40% menor a la de México, pero su competencia mundial es mayor. Arabia Saudita no sólo despliega fuerza con su producción y reservas de hidrocarburos, provee seguridad a los mercados internacionales y estabilidad en Medio Oriente. Ha participado en el equilibrio de poder frente a intereses tan diversos como los de Irán e Israel. Ha destinado un importante financiamiento gubernamental para ser escuchada en Washington, Pekín, Moscú y Kiev, lo que la hace el mediador natural en el conflicto de Ucrania.
El poder suave saudita permea en las potencias globales, por ejemplo, las pláticas para restablecer las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Incluso, su capital político le ha permitido superar el descrédito de episodios como el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en su Consulado en Estambul en 2018. En febrero de 2025, Riad facilitó lo impensable: vuelta a la amistad rusa- estadounidense, embajadas amplias y un plan de paz para Ucrania. Este marzo, la sede de la pacificación ucraniana volvió a ser una ciudad saudita, Jedda, en el Mar Rojo. Se logró en está cumbre: distensión de una conflagración mundial y mostrar a un anfitrión que no escatima en diplomacia e imagen internacional.
Brasil también ha sido respetado por el gobierno estadounidense y ha sido menos atacado que sus semejantes. Los brasileños ilustran que para ser reconocidos no basta la economía. Las cartas brasileñas están colocadas en varios continentes y en un activismo inteligente en EU. Más allá de los records de inversión brasileña en África, 7 mil millones de dólares en 2023, según su Banco Central y su contribución de 10 mmdd al Banco de Desarrollo Africano, Brasil ha financiado narrativas como el “Sur Global”.
Estados Unidos tiene cortesía con los brasileños no sólo porque forman parte de los BRICS, sino porque juegan como potencia media y ejercen injerencia trasnacional. In situ, los empresarios “brasileiros” danzan en estados clave como Florida, tienen puerta abierta en Palm Beach, asimismo, saben adaptarse a la ideología predominante, al idioma inglés y sobre todo a los negocios.
En épocas de boxeo, la “Riyadh Season” de mayo, anuncia el poder de atracción saudita y un gran presupuesto para promoverlo. Los brasileños no se quedan atrás, en diplomacia saben recibir pocos golpes y meter goles.
Especialista en geopolítica y miembro de Comexi