María Teresa y Salvador son dos jóvenes que fueron víctimas de violencia sexual. Ella, de su expareja, un presunto agresor de mujeres llamado Alejandro “N; él de un presunto violador de niños llamado Felipe “N”, su tío.

Al buscar justicia, ambos tocaron con pared al enfrentarse al Poder Judicial de la Ciudad de México, del cual también terminaron por ser víctimas.

Los casos de estos jóvenes le fueron turnados a uno de los jueces más cuestionados de la Ciudad de México, Júpiter López Ruiz, quien en circunstancias muy sospechosas decidió exonerar a los agresores.

A Júpiter le bastaron 45 minutos para liberar al presunto violador de Salvador. El caso de María Teresa es aún más escandaloso, pues en seis meses López Ruiz alteró su criterio como quien cambia de calcetines.

En octubre de 2023, Júpiter dijo en la audiencia que tenía “montañas de evidencia” para respaldar las acusaciones de la víctima y así vinculó a proceso a Alejandro N”.

Pero algo misterioso ocurrió porque, en el mes de abril de 2024, ese mismo juez decidió ya no vincular al agresor, supuestamente porque la Fiscalía no había sustentado datos de prueba para sustentar la prisión preventiva.

Tanto Alejandro “N” como Felipe “N” hoy son prófugos de la justicia por decisiones tomadas por Júpiter López Ruiz, como narran en una larga entrevista que les hago a María Teresa y a Salvador para El Canal de Hernán, en Youtube ().

Ambos denuncian al juez por corrupción y lo acusan de haber recibido dinero a cambio de sus sentencias. Ella revela haber escuchado un audio donde Alejandro “N” le dice a un amigo que gestó más de 10 millones de pesos para “comprar a los jueces”. Él cuenta cómo dos abogados cercanos a Juan Araujo —acusado por el caso Collado y vinculado a otros posibles ilícitos— fueron el conducto para que Felipe “N” comprara el favor de Júpiter.

Pero María Teresa y Salvador saben bien que la historia no termina con Júpiter, pues sin la intervención del presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad, Rafael Guerra Álvarez, ese juez no hubiera actuado como lo hizo y los victimarios no habrían podido fugarse. Por eso hoy le dicen públicamente a Guerra “tus jueces tienen precio”. Y, por lo visto, también el presidente del Tribunal.

La cercanía de Júpiter con el magistrado Guerra es de sobra conocida. López Ruiz es uno de sus principales jueces de consigna. El mismo que le emitió varias órdenes de aprehensión a modo de una de las partes en casos como el de Cruz Azul u Oro Negro, y que hoy es investigado en EU por su oscura actuación en el caso Advent.

Tanto María Teresa como Salvador tuvieron contacto con la oficina de Guerra a lo largo del proceso. Pese a que el magistrado se comprometió a garantizarles un juicio justo, no solo incumplió: les jugó en contra porque es parte medular del negocio de la justicia en la Ciudad de México, señalan.

En la entrevista, que puede consultarse en mi canal de Youtube, María Teresa asegura: “sin la instrucción de Guerra esto no hubiera ocurrido de forma tan descarada como ocurrió”. Por eso, enfatiza, “no quiero que la justicia esté en manos de alguien como él”.

Lo dramático de este caso es que tanto María Teresa como Salvador, figuras públicas, tienen acceso a buenos abogados y a medios de comunicación. Si esto les pasa a ellos, ¿qué no podrá ocurrirle a cualquier ciudadano de a pie?

Esa justicia —la más próxima a los ciudadanos— es la que debiéramos estar reformando en primerísimo lugar.

@HernanGomezB

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