Parte del atractivo que López Obrador tiene para mucha gente está vinculado a su espontaneidad, soltura al hablar, y estilo dicharachero y bromista. Se equivocan, sin embargo, quienes creen que pueden darse el lujo de imitar ese estilo y salir a hacer declaraciones sin pensar antes en lo que van a decir o prepararse mínimamente para enfrentar a la prensa.
Para muestra, algunos ejemplos:
Rubén Rocha, Sinaloa: El crimen organizado secuestra a 66 personas en Culiacán, generando miedo y zozobra. Al enfrentarse a un grupo de periodistas, el gobernador declara: “Son cosas que lamentablemente ocurren; hay autoridad y la autoridad no está de ninguna manera rebasada”.
Layda Sansores, Campeche. Se produce una revuelta en un penal que deja 30 elementos de seguridad heridos. Tras los disturbios, protestas; exigen la destitución de la secretaria de Seguridad. “No estoy para satisfacer caprichos”, contesta la gobernadora. Más tarde, cuando los policías piden dialogar, dice: “Que vaya la mamá de cualquiera de ellos, porque yo no voy a ir”.
David Monreal, Zacatecas. Luego de que una periodista le pregunta cuándo podrán regresar las familias desplazadas por la violencia a sus comunidades, el mandatario contesta “Ojalá yo tuviera la respuesta; esa no la tiene ni Obama. ¡Pero qué gracioso!
Carlos Manuel Merino, Tabasco. Detienen a cuatro personas por usar playeras con las siglas “C.D.N”. Se cree que aluden al Cártel del Noreste. Al final, resulta que eran unos albañiles, no miembros del crimen organizado. Al cuestionarlo, el mandatario contesta: “No es adecuado hacer apología al delito y andar portando ese tipo de uniformes. Eso es tan terrible como portar una playera del América, por ejemplo”. ¡Graciosísimo!
Alfredo Ramírez Bedolla, Michoacán. Periodistas cuestionan al gobernador acerca de los operativos de seguridad que se desplegarían para el Día de Muertos. Acababan de ocurrir los atentados terroristas de Hamás y cuando le preguntan si está garantizada la seguridad para los asistentes a esa celebración, contesta: “100 por ciento, más que en Israel, por supuesto”. ¡Oh, pero qué risa!
Cuitláhuac García, Veracruz. Encuentran dos cuerpos en la plaza central del municipio de Cazones. Cuatro días después, el gobernador comenta: “y aunque a nuestros adversarios neoliberales y conservadores les revuelva el estómago del coraje, en Veracruz se demostró que la estrategia de ‘abrazos no balazos’ funciona”.
Ana Gabriela Guevara, titular de Conade. Luego de que el equipo mexicano de nado sincronizado denuncia que tuvo que vender trajes de baño para asistir al Mundial de Egipto por falta de apoyo, tema que la crítica opositora explota ampliamente, sale a decir: “Son unas mentirosas. Si quieren seguir vendiendo trajes de baño que sigan vendiendo”. Y más tarde declara: “Si tienen conflicto con los calzones que se los quiten, pero yo no las mandé a vender calzones”.
Adán Augusto, exsecretario de Gobernación: “Aquí entre nos, nada más le voy a decir que solamente hay un delito que sí ha aumentado: la violencia intrafamiliar, no hay que ser tan pegalones, hay que hablar más. Y se los digo porque es de ida y vuelta, no crean que es de unos a unas, no, es de los dos lados”. No, la violencia de género no es “de los dos lados”.
Todos estos casos tiene algo en común: quienes formularon esas declaraciones no estaban pensando lo que decían y obviamente no lo planearon. Todos ellos creyeron, equivocadamente, que podían ser como López Obrador. Evidentemente se equivocaron.