Desde 1955 la fundación francesa World Press Photo (WPP) organiza sus premios anuales a las mejores fotografías periodísticas; hay que decir que, en años recientes, las decisiones de los jurados no han estado libres de polémica, este año no es la excepción.
Por un lado, y esto es positivo, se abrió la posibilidad de contar con múltiples ganadores al regionalizar los premios por subcontinentes, ahora Centroamérica, Sudamérica o el Sudeste Asiático tienen representación específica en el certamen; por otro lado, la eliminación de subcategorías no cayó del todo bien, se eliminaron importantes áreas temáticas como retrato, naturaleza, deporte, etc. A esto se suma que se ha incluido una categoría abierta que permite retoques (inclusiones), doble exposición o imágenes en tercera dimensión que han levantado voces en contra a un premio que se caracterizaba de ser, digamos, más bien purista. En ese sentido, las fotos del ganador noruego Jonas Bendiksen , nombrado presidente en 2010 de la agencia Magnum, han sido particularmente polémicas. Bendiksen no sólo ha incluidos personas, creadas en 3D, que no aparecen en las escenas originales, también incluye textos generados por Inteligencia Artificial (I.A.) en el soporte. Tampoco ha caído del todo bien la obra del compatriota ganador Yael Martínez , fotógrafo también de Magnum, en la que se tomó la libertad de adornar sus fotografías con estrellas. En ambos casos estamos hablando de fotógrafos profesionales que conocen a fondo las técnicas, procesos y procedimientos de la fotografía más tradicional, y que han decidido aprovechar las nuevas reglas, a través de las tecnologías, para presentar su trabajo.
Por otro lado, el menos legendario Mobile Photography Awards (MPA), que va ya en su undécima edición y es considerado el premio más prestigioso con estas características, se pone al nivel de los grandes, donde por supuesto destaca el WPP, y es que, en este caso, la tecnología en las cámaras de los dispositivos móviles está jalando a un buen número de fotógrafos profesionales para producir obra también desde ahí, con resultados que poco envidian a los conseguidos con cámaras más “serias”. Y es que pareciera que el reto para los dispositivos
inteligentes era el de producir imágenes con una calidad cercana a la de las otras cámaras, a pesar de las limitaciones relativas al tamaño de los sensores y la flexibilidad en los ajustes manuales que ponían, en el papel, ventajas obvias a los equipos profesionales; por supuesto, en ciertos contextos quizás no se podrá igualar nunca, objetivamente, un sistema y el otro. Lo que está claro es que, por un lado, los fotógrafos que utilizan equipos de decenas de miles de pesos y que participan en concursos como el WPP, están tratando de imitar la estética y acercarse a las posibilidades que dan los dispositivos móviles (incluidas las apps de efectos), mientras que por otro lado, las composiciones realizadas con dispositivos móviles, por lo menos en la gran mayoría de ejemplos que nos propone el reciente MPA, apuestan (no sin ironía) por utilizar lo menos posible efectismos disponibles en esos sistemas y están ofreciendo una visión más purista de la fotografía. Juzgue usted entrando a ver las galerías de ambos certámenes haciendo las búsquedas pertinentes en el navegador.
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