No es difícil afirmar que las redes sociales han venido a democratizar la información, también son el escaparate en el que el ciudadano de a pie encuentra un público que lo escucha, lee y mire; es relativamente fácil encontrar a alguien con quien empatizar, interesante y que nos haga el día. Pero también estas, relativamente, nuevas formas de hacernos visibles ante el mundo provocan, muchas veces, comportamientos compulsivos, estrés y adicción. No es un secreto que las redes sociales aprovechan nuestras debilidades y necesidades para engancharnos; que los algoritmos juegan con nuestra química cerebral para consumir, a veces gran parte de nuestro día, contenidos a cambio las ansiadas dopamina, serotonina y oxitocina. Claro, no todo a partir de necesariamente impulsos positivos, buenas noticias o fotos de gatitos; el conflicto, el “stalkeo”, el miedo, nuestras obsesiones son los elementos principales con los que se va moldeando esta adicción.
Hay herramientas sencillas, en muchos casos tipo “relojes”, que buscan fomentar equilibrios entre los tiempos que pasamos frente a la pantalla y los que dedicamos a la vida fuera de; también alternativas que prometen no convertirnos en el “producto” que genera rendimientos a partir de aquellas flaquezas. Pienso por ejemplo en WT:Social, que se anunciaba como un antifacebook en el que podemos leer noticias verificadas, sin publicidad, que no vende la información a otras empresas y que expulsa a usuarios tóxicos, no hay algoritmos que regulen lo que ahí vemos. Ventajas que, al no ser nosotros el “producto”, se sostiene a través de cuotas ya sea mensuales o una anualidad. El proyecto es una creación del fundador de Wikipedia, Jimmy Wales.
Pero sobre todo, en este sentido más lúdico de las redes sociales, quiero contarles de Minutiae, una “red social” creada por artistas que propone liberarnos del estrés de los seguidores y los “likes”. Su funcionamiento es muy simple, la aplicación sólo está disponible dos minutos al día, no hay tiempo para encontrar el menor ángulo en la selfie, el atardecer espectacular o la arquitectura imponente para presumir; se trata de capturar ese momento específico en ese lapso que estamos viviendo, exactamente un minuto; el otro minuto se
usa para ver el muro de otra persona escogida al azar; estos tiempos no están regulados por la zona horaria, sino que a todos los integrantes del mundo se les da acceso a la plataforma al mismo tiempo, con los inconvenientes que eso supone. Se trata de no sólo liberarnos del estrés de entrar cada quince minutos a ver los muros, cuantos likes hemos recibido, etc.; también sacarnos de nuestra zona de confort y hacernos conscientes de ese minuto en particular.
Si bien estas redes no van a sustituir a Facebook, Twitter o Instagram si pueden ser un ejercicio distinto que nos vaya desprogramando esas costumbres que nos han implantado las redes sociales convencionales; o pueden ser una alternativa cuando uno quiere alejarse un poco, por distintas razones, del tecnoestrés en el que vivimos desde ya algunos años.