Pocas veces hablamos del 2,300 a.C. para acá, la poesía ha sido un género de las masas. Los poetas estás lejos de ser actores influyentes en sus sociedades; lejos están también las pretensiones de que, a partir de un movimiento o una obra se remuevan los tejidos más profundos de su entorno. Dijo Juan Domingo Argüelles, estaremos de acuerdo o no, es su Antología General de la Poesía Mexicana que un signo de nuestro tiempo es justo eso: la individualidad y el desinterés por la trascendencia. Por otro lado, la poesía del siglo XXI sí que ha provocado un interés renovado en las nuevas generaciones, a causa en parte de actores que no necesariamente tienen una trayectoria en el género e incluso en la literatura más clásica; vimos como Rosalía, cantante española contemporánea, provocó que se agotaran las ediciones de Flamenca, novela medieval que acumulaba polvo en las librerías, a partir de reconocer que ese texto fue la base para su exitoso álbum Mal Querer; también está Marwan, otro cantante español, que decidió incursionar en el género a partir del éxito que el autor tenía y tiene entre el público joven; está también ahí el “empujón” que le han dado las nuevas tecnologías y redes sociales que se prestan a jugar con un género que se mueve en terrenos de la brevedad, la inmediatez y la economía del lenguaje. No por nada pululan las inteligencias artificiales que “escriben poesía” y los autores de carne y hueso que han encontrado el escaparate ideal en las redes. Basta recordar el fenómeno del premio EspasaEsPoesía del que ya hablamos aquí hace algunas semanas y en el que parece haber influido el éxito del ganador en Twitter para inclinar la balanza a su favor.
Parece ser que las redes sociales son hoy el termómetro de algunas editoriales para medir las futuras ventas de una publicación; en el mismo tenor de Espasa está jugando hoy la editorial Penguin Random House, no muy famosa por publicar poesía. Zona Breve es la nueva colección de la editorial española que tiene la intensión de poner a disposición de los lectores más jóvenes a sus ídolos de las redes, no sólo en los terrenos de la poesía sino también en los del microrrelato; una apuesta que aparenta ser ganadora dado que ha sido probada en redes sociales; y digo “aparenta” porque falta ver si esta generación que consume contenidos virtuales está dispuesta a visitar una librería para desembolsar una cantidad de dinero por el formato físico de aquello que ya obtiene en línea. No es una apuesta por los nuevos escritores, es una apuesta por los miles de seguidores que tiene un usuario. Zona Breve arranca con dos títulos: Me sorprende que te quedes, de Carolina Peralta, y Casi nunca es para siempre, de Valeria Sampedro; en diciembre, la editorial imprimirá dos títulos más: Animarse a Saltar, de Rosario González, y No es amor, es taquicardia, de Maru Leone.
Sin asegurar que no hay una calidad literaria detrás de las publicaciones de esta nueva colección (algunos autores ya han publicado en el pasado), es inevitable no notar que, insisto, la apuesta está sobre todo en un número de seguidores. Ahora bien, si este ejercicio funciona, bien podría ser la puerta de acceso a la poesía por parte de una generación que puede impulsar a este género y, en ese sentido, es más que bienvenido.
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