Es probable que a lo largo de esta colaboración me ponga en modo “purista” un par de veces, es inevitable; y es que Apple anunció la compra de una de las aplicaciones más usadas para escuchar música clásica vía streaming: Primephonic. Parece ser que una de las pocas aplicaciones que no han tenido pérdidas económicas es Apple Music, tanto es así que ahora invertirán en este servicio de transmisión de música clásica para integrarlo, de entrada, a su propia app y con planes, para el 2022, de lanzar una aplicación independiente que prometen será “la mejor del mundo”. ¿Tiene sentido contar con un sistema distinto cuando ya se puede encontrar prácticamente cualquier canción en los servicios que ya conocemos? Sí, simplemente por el hecho de que la búsqueda de la música clásica requiere una catalogación distinta, y los metadatos que se recopilan en los servicios no especializados provocan confusiones e inexactitudes a la hora de buscar una pieza en concreto: ¿Buscamos a Bach como “interprete”, disco, canción? Ninguna es precisa ya que en el caso de otros géneros, el autor no aparece como opción a la hora de hacer una búsqueda; lo mismo con géneros como el barroco, la ópera o la sinfonía; todo entra en el género de música clásica. En ese marco, las aplicaciones especializadas cumplen su función.

Además, quienes gustan de este “género” suelen apelar también a la calidad de las grabaciones. La música clásica, a diferencia del rock o el pop, suele estar construida, en general, con rangos dinámicos más amplios (de hasta 40 decibeles de diferencia en contraste con los 10 que se suelen dar en los demás géneros) lo que implica que suelen encontrarse sutilezas en las piezas que requieren calidades y volúmenes a veces muy específicos, y desgraciadamente el ecosistema de Apple, por lo menos en cuanto a calidad de sonido, no son las mejores del mercado. Es cierto, Apple implementó la música en alta fidelidad hace no mucho, pero, como explican en su página de soporte, no basta con un iPhone nuevísimo y sus cascos de alta gama para sacar el máximo provecho a esos archivos, como ellos mismos explican necesitamos además: “Una conexión por cable a audífonos, receptores o bocinas con alimentación propia {…} Para escuchar canciones a frecuencias de muestreo superiores a 48 kHz, necesitas un convertidor externo de señal digital a analógica”; conexión por cable, a audífonos, que Apple eliminó hace ya un par de generaciones y un convertidor que, aunque pudieran instalarlo en sus dispositivos como hacen otras compañías, deciden no incluirlo. De entrada, por calidad, habría que descartar al servicio como “el mejor del mundo”, aunque es probable que la compañía termine vendiendo todo lo que “necesitamos” para sacar provecho al catálogo y calidad de archivos de su servicio actual y de Primephonic. Por supuesto, no hará falta nada de esto para oír las piezas, aunque sí un poco para apreciarlas en todo su esplendor. De manera positiva destacaría que, al estar incorporado al catálogo de Apple Music y al ser un servicio nuevo, los usuarios que nunca se habían acercado a la música clásica les despierte la curiosidad, y quién sabe, quizás gracias a Apple se ponga de moda escuchar a Shostakóvich.

herles@herles.mx

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