Preservar la memoria histórica, los patrimonios de la sociedad, en una era en la que se produce más información que nunca, debería ser un asunto prioritario y más que posible en estos tiempos en los que contamos con las herramientas necesarias para llevar casi cualquier archivo de lo “análogo” a lo digital. Lo prioritario se hace mucho más presente cuando nos percatamos después de cada accidente de lo frágil que es nuestro acervo, ahí está lo que pasó en el museo nacional de Brasil en septiembre del año pasado. Hay sin duda un excesivo número de documentos, en el formato que usted guste, y difícilmente podremos digitalizarlo todo; lo que se llega a digitalizar nos lleva a después buscar maneras para consumirlo, “sacar” las hemerotecas al mundo.

Es por eso que nos encontramos en la red con muchas de éstas, algunas con una calidad impresionante y, otras, más austeras. Aquí hemos hablado en más de una ocasión de proyectos de grandes empresas como Google que se han encargado de llevarnos a los más importantes museos del mundo a casa, con una nitidez en la visualización de piezas que no conseguimos estando in situ frente a las obras. Pero hay muchos otros proyectos con “apellidos” menos rimbombantes que valen la pena ser mencionados.

Por ejemplo la Biblioteca Digital Mundial, un proyecto iniciado por la BIblioteca del Congreso de los Estados Unidos, que cuenta con más de un millón de obras libres de derechos; libros, audios, fotografías, películas y mucho más. Si el usuario habla alguno de los siete idiomas más usados del mundo, podrá navegar sin problemas.

La Biblioteca Digital del ILCE, organismo internacional conformado por 14 países latinoamericanos y del caribe, congrega una enorme cantidad de material educativo y didáctico, además de una sección infantil bastante interesante.

Otra biblioteca digital de manufactura hispanoamericana es la Biblioteca de Literatura Infantil y Juvenil; revistas, cuentos, fonoteca… una biblioteca con características similares a la del ILCE, pero con un enfoque orientado a los más jóvenes.

La Bibliotheca Philadelphiensis, con más de 160 mil manuscritos medievales digitalizados. Estos manuscritos no solo pueden ser consultados en línea, se pueden descargar y comparar a detalle casi microscópico.

Y qué tal los 100 mil vinilos digitalizados y listos para ser escuchados de forma gratuita que nos ofrece The Internet Archieve, un proyecto sin fines de lucro asociado a la Universidad de Boston.

Manuscritos dibujos, grabados, folletos, carteles, fotografías, mapas, atlas, prensa, revistas, grabaciones sonoras y partituras de los siglos XV al XIX es lo que nos ofrece la Biblioteca Digital Hispánica, que no sólo permite su consulta en línea, también se pueden descargar los archivos.

135 mil estudios críticos y de investigación, materiales históricos, periódicos y revistas, audiovisuales, archivos sonoros, videos en lengua de signos están disponibles en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, que además tiene apartados como el de la Biblioteca Virtual de las Letras Mexicanas.

Como estos ejemplos hay muchos, es cierto que hay proyectos públicos y privados que están concentrados en preservar la memoria histórica de los pueblos, también hay que decir que también estamos produciendo información como nunca en la historia. La carrera por digitalizarlo todo es una que ha superado, hasta el día de hoy, a nuestras capacidades.

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