Las redes sociales han jugado un importante papel, recientemente, en los grandes conflictos; la llamada ´Primavera Árabe’, sobre todo en países africanos, es el ejemplo perfecto de cómo las sociedades han adaptado esos espacios de “convivencia” y acceso a la información, más o menos importante, para organizarse, denunciar y mostrar al mundo las terribles realidades que algunos gobiernos se esfuerzan por encubrir. No por nada, en países como China o Corea del Norte tanto la información que entra como la que sale está limitada al exceso. En el caso del actual conflicto en Rusia, ya empiezan a hacerse notar estas situaciones con actores relevantes o a través de las personas de a pie; es otra guerra en la que las voces inconformes con la actuación del mandatario ruso sí pueden ganar pequeñas batallas.

Rusia siempre ha representado un riesgo para la seguridad informática de muchas naciones que han sido permanentemente atacadas; basta recordar el escándalo de Cambridge Analytica, en Facebook, para darse cuenta hasta dónde se puede trastocar la estabilidad política de un país en apariencia sólido como Estados Unidos, en ese ejemplo la intención de los hackers rusos era la de interferir en las elecciones del país vecino.

El gobierno ruso lleva ya algunos años tratando de encontrar el sustituto perfecto del internet global, pero la RuNet no ha terminado de cuajar y si bien han llevado con éxito grandes simulacros de desconexión de la internet global, por ejemplo el de 2019, han tenido que conformarse con limitar el acceso a redes como Facebook o plataformas de mensajería como Telegram y buscar a través de leyes cada vez más duras, controlar qué información entra y sale en su territorio.

Desde el 26 de febrero, Rusia ha restringido el acceso a Twitter, sobre todo para evitar que las imágenes de la guerra en Ucrania lleguen a sus ciudadanos. De la misma manera, después de que Facebook restringiera en sus plataformas a los medios favorecidos por Moscú, también vio limitado su acceso en territorio ruso; no hay que olvidar que el año pasado, esta red social pagó 280 mil dólares en multas por no eliminar contenidos prohibidos en aquel país.

Del lado de Ucrania, Google está impidiendo el acceso a los datos de tráfico, en Google maps, para evitar que las tropas rusas conozcan estas condiciones que probablemente lleven a tomar decisiones de por dónde atacar. Decir también que horas antes del anuncio del ataque a territorio ucraniano por parte de Putin, ya se podía rastrear la llegada de tanques a la frontera a través de esa misma app, por parte de cualquier persona en el mundo.

El caso de Instagram está siendo particularmente interesante; sobra decir que se están aplicando filtros para que no lleguen imágenes de Ucrania, sin embargo los hackers han encontrado la manera; por ejemplo, están cambiando las fotos de comida que suben algunos ciudadanos rusos desde los restaurantes, por fotos del conflicto al otro lado de sus fronteras, poniendo en las descripciones lugares y fechas saltándose así todas las restricciones.

Las redes están jugando su papel y aunque es pronto para saber el desenlace de esta nueva tragedia, creemos que estas herramientas pondrán peso en las balanzas y que, guste o no, los gobiernos y las empresas, no han podido evitar su influencia.

herles@herles.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS