En algunos lugares del planeta las máquinas aún nacen con los días contados. Esto lo dicta, por supuesto, un mercado hambriento que busca producir y consumir hasta llenar el espacio habitable en un tiradero de cadáveres tecnológicos. Lo cierto es que en los últimos meses la conciencia verde nos ha orillado a cambiar algunos hábitos, una “desobediencia tecnológica” frente a la obsolescencia programada. Esto es la necesidad de alargar la vida de los objetos frente a la bulimia del capitalismo salvaje.

Así que el pasado 16 de agosto se llevó a cabo en el Centro Cultural Digital CCD, la conferencia “Desobediencia Tecnológica y Reciclaje”, dictada por el artista electrónico Juan José Rivas. En ella se abordaron temas relacionados con el uso de las herramientas tecnológicas como parte de los procesos creativos y los discursos artísticos.

El artista parte de argumentos tan sólidos como la estrecha relación que en la actualidad la mayoría de los habitantes del planeta mantenemos con la tecnología, lo que nos hace a la vez tecnofílicos y tecnofóbicos, es decir, la amamos tanto como podemos llegar a odiarla; y una de las barreras que nos alejan de ella es justamente nuestra falta de conocimiento sobre la misma, al grado de verla como ideal para una sola función sin cuestionarnos siquiera de qué forma podemos ampliar sus infinitas posibilidades.

Al final de la charla hubo una reflexión con los asistentes sobre la existencia de una ética y una moral en el uso de las tecnologías, así como de la importancia de construir herramientas propias y explorar nuevos usos para ellas, propuesta muy relacionada con el trabajo que en 2013 diera a conocer el portal Motherboard a través de un video titulado Los inventos cubanos tras 30 años de aislamiento, el cual es todo un elogio del bricolaje y los life hacks procedentes de Cuba, pues en dicho documental, el artista Ernesto Oroza narra cómo ha pasado años recorriendo la isla en busca de soluciones de baja tecnología, inventos, publicaciones y conocimientos que lo llevaron a desarrollar, entre otras cosas, una pequeña pieza electrónica que conectada a la red permite recargar las pilas no recargables de relojes y aparatos para gente con debilidad auditiva.

Rivas ha profundizado en el tema desde hace tiempo y está seguro de que los aparatos que desechamos como objetos obsoletos pueden servir de mucho para desarrollar soluciones que ayuden a los más necesitados, además desde su posición de gestor cultural y docente experto en disciplinas artísticas relacionadas con el arte sonoro, performance, escultura, dibujo, fotografía y las instalaciones —las cuales mezcla con la tecnología desde su acepción más básica, es decir desde la tecnología como una técnica-lógica—, propone una manera de usar las técnicas de forma apropiada para resolver problemas.

Así, Rivas plantea la opción de asumir el uso de los recursos y herramientas tecnológicas no como artefactos novedosos u ornamentales, sino como herramientas de cambio que ofrecen posibilidades distintas para entender y, sobre todo, para cuestionar la realidad.

Es importante resaltar que Juan José Rivas tiene una larga trayectoria en el trabajo con el arte y la tecnología y entre sus proyectos destacan Plexus, una serie de acciones sonoras basadas en diferentes movimientos corporales que buscan generar un diálogo simbólico entre varios conceptos físicos, pero partiendo de la improvisación sonora, para describir algún tipo de fenómeno físico, además de su participación en diversos festivales en colaboración con otros artistas. Rivas además es director artístico de VOLTA Sesiones de Improvisación y Experimentación Sonora en la Ciudad de México.

herles@gmail.com

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