Toda gran idea artística puede surgir a partir de lo aparentemente trivial: un recorte de periódico, una frase olvidada en un muro, un fragmento de diálogo en un chat. Es justamente ahí donde se inserta la propuesta de la artista y escritora con base en Dallas, Emily Edwards, con su plataforma diaria de poesía titulada fouuund.it. Esta iniciativa abre cada día una nueva página editable: un espacio para el público que permite “remixar, reordenar y hacer suyo” el lenguaje encontrado.
En una era tan saturada de contenido como la que vivimos, donde la escritura, la imagen y el vídeo se suceden sin freno, sorprende que una idea tan simple, un poema emergente de palabras ya existentes, atraiga tanto. Edwards lo ha advertido: no se trata de escribir algo desde cero, sino de resignificar lo que ya está ahí. Las “found words”, palabras halladas en otros contextos, y la técnica del blackout poetry (tachar lo que sobra para que brille lo esencial) se convierten en gesto creativo radicalmente democrático. En fouuund.it cada día aparece un lienzo textual esperando que el visitante lo transforme.
Lo fascinante en este proyecto es ese cruce entre tecnología y comunidad. Por un lado, la plataforma digital entrega una página diaria; por otro, concede al usuario la libertad de intervención. En un momento en que los grandes algoritmos medianlo todo, aquí la tecnología actúa como facilitador de un espacio de creación personal. Un escenario que, en apariencia, retoma el espíritu de los fanzines o del cut-up literario, pero lo actualiza al entorno web.
Además, la propuesta de Edwards revela una sensibilidad hacia el tiempo: cada día es una hoja en blanco-otro-día, un gesto mínimo frente al ritmo frenético del scroll. Y esa cadencia diaria genera un hábito creativo, casi ritual. La idea de abrir una página nueva para recomponerla es una invitación a detenerse, a ver el lenguaje con otros ojos, a convertirse no en espectador sino en participante.
Desde un punto de vista cultural, fouuund.it se inserta en una tradición que va de la escritura automática de los surrealistas al collage visual de los artistas concretos hasta el hashtag colaborativo de la era social. Lo que cambia es la interfaz: ahora es una ventana en el navegador, compartible, mutable. Y también el tiempo: lo efímero se vuelve cotidiano.
Este tipo de iniciativas recuerdan que la tecnología no sólo es un medio pasivo, sino que puede ser herramienta de liberación. Al ofrecer acceso, posibilidad de alterar y compartir, se rompe el modelo clásico del autor que entrega al público un producto acabado. Aquí el público entra en la obra. Y eso tiene implicaciones: abre nuevos roles, nuevas comunidades creativas, nuevas formas de circulación.
La invitación de fouuund.it no es menor: ver el mundo como material para la poesía. Ver el fragmento, la cinta envuelta, la frase ajena, como semilla de creación. En tiempos donde lo digital puede desconectarnos del lenguaje, Edwards propone reconectarnos con él… pero al mismo tiempo liberarlo del peso de lo solemne.
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