Muchos de nosotros tuvimos al alcance de la mano esas voluminosas enciclopedias de la casa, tomos tapizados en cuero, lomos dorados, un abecedario que prometía encerrar el universo en páginas. Con ellas aprendíamos historia, ciencia, literatura. Eran los precursores de lo que luego fue Wikimedia Foundation y su proyecto estrella, Wikipedia. Pero hoy esa enciclopedia digital, aparentemente omnipresente en la red, parece estar entrando en un nuevo capítulo, menos visitas, menor protagonismo directo, aunque paradójicamente muchísimo más influyente.
Según datos recientes de la Wikimedia Foundation, Wikipedia registró una caída aproximada del 8 % en visitas humanas en los primeros meses de 2025 en comparación con el mismo periodo del año anterior. En su análisis, la organización atribuye este descenso no solo a bots sofisticados que inflan el tráfico, sino también, y de forma más profunda, al cambio en cómo accedemos al conocimiento, los usuarios ya no llegan necesariamente al artículo, sino que lo que importa son los “resúmenes instantáneos” generados por motores de búsqueda o chatbots de inteligencia artificial que citan contenido de Wikipedia sin dirigir hacia ella.
Ese pasaje de “voy al artículo” a “me lo entrega el asistente” marca una transformación cultural. En el pasado no tan lejano, consultar Wikipedia implicaba desplazarse mentalmente (o físicamente) hasta el sitio, leer, escudriñar enlaces internos, tal vez curiosear otras entradas. Hoy basta escribir o preguntar, el asistente conversacional te lo resume, te lo presenta. Eso suena cómodo, lógico, “más moderno”. Pero ¿a qué precios? Por un lado, Wikipedia sigue siendo la materia prima de esos sistemas, los modelos de lenguaje que alimentan chatbots como ChatGPT usan masivamente sus datos. Por otro, esa dependencia no se convierte necesariamente en visitas, editores activos o donaciones para la enciclopedia.
Desde una perspectiva tecnológica, estamos ante un nuevo paradigma del acceso a la información. Donde antes lo importante era el dominio del artículo, ahora lo es el dominio de la conversación, de la interfaz que sintetiza. Las plataformas de búsqueda ya no envían al usuario a un enlace, le entregan una respuesta directa. Y en ese cambio, Wikipedia pierde parte del camino intermedio. Pero al hacerlo, no desaparece, más bien su función se traslada, se difumina. Ya no es necesariamente un destino, sino un “backstage” del conocimiento que otros presentan.
Culturalmente, eso implica que cambia la tradición del “artículo para explorar”. Cambia la forma de aprender, de curiosear. Las enciclopedias de antaño fomentaban navegar de A a Z, saltar de entrada en entrada, descubrir conexiones imprevistas. En cambio, la IA nos ofrece un atajo, una respuesta puntual. Eso puede eficientar la búsqueda pero empobrecer la sorpresa, la deriva intelectual, el descubrimiento casual que puede llevar a una pasión o a un tema desconocido.
Ahora bien, ¿es esto necesariamente malo? No tiene por qué. El cambio puede ser visto como una evolución. Si lo que importa es que el saber llegue, y lo haga rápido y confiable, la nueva dinámica podría desempeñar un papel positivo. Pero será vital que mantengamos conciencia de lo que se pierde, el ecosistema de editores voluntarios que enriquecen Wikipedia, la cultura de la exploración libre, la transparencia del origen de lo que consumimos. Porque cuando un chatbot responde sin que veamos el artículo, perdemos el contexto, la autoría, el debate.
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