Quince días atrás, en este mismo espacio, especulábamos sobre la posibilidad de que el coronavirus se convirtiera en una pandemia. La realidad nos alcanzó, y la OMS declaró la enfermedad como tal. El Covid-19 o coronavirus es una pandemia que se propaga con alta velocidad. Algunos países de Europa, además de China, viven de forma alarmante la propagación de este virus que ya supera las 153 mil personas contagiadas en todo el mundo, de las cuales, cerca de 6 mil han muerto.
En América se encuentra presente en países como Brasil, en donde el mal incluso afectó a integrantes del gabinete del presidente Bolsonaro. En Costa Rica se vive un verdadero caos social. En Chile, Venezuela, Ecuador, Colombia, por mencionar algunos, la pandemia es una realidad. Otros países como Guatemala o Nicaragua hay probabilidades de propagación, pero sus sistemas de salud no cuentan con el oportuno mecanismo de detección, por lo que se incrementa la posibilidad de que se presenten casos o que ya existan algunos que no han sido detectados.
En EU el Sr. Trump cerró su país a los vuelos provenientes del viejo continente e, incluso, amenazó a México con cerrar sus fronteras. A pesar de lo anterior, el gobierno estadounidense no logró contener la infección que ya le cobró 41 vidas; el registro de contagios asciende a mil 678 personas debidamente diagnosticadas en ese país. La propagación aparentemente, ha sido más consistente en el vecino que en México.
El sistema de salud de nuestro país finalmente reaccionó ante la pandemia existente, e inició la aplicación de medidas para evitar la propagación: las Fases uno y dos. La Fase Uno considera al virus como importado de otros países y se vigilan áreas de acceso al territorio. En la Fase Dos, se reconoce la existencia de infectados locales, tomando medidas para evitar contagios entre personas que habitan en las mismas comunidades.
La reacción de algunos gobiernos estatales, en Fase Dos, ha sido evitar eventos masivos; en donde las posibilidades de contagio se incrementan. Está claro que el impacto económico habrá de ser severo, pues la derrama económica no tiene posibilidades de generarse. Es comprensible que estas medidas se apliquen para evitar la propagación; sin embargo, el tiempo debe ser tan exacto porque de no hacerlo con el cálculo correcto, la crisis pudiera ser aún mayor.
La CDMX, Chiapas, Coahuila, Durango, Jalisco, Edomex, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Sinaloa, Yucatán y recientemente San Luis Potosí, registran casos de personas contagiadas, demostrando la rapidez con que la pandemia se dispersa.
No se reportan decesos en el país como consecuencia de esta enfermedad; valdría la pena señalar, sin especular, la siguiente posibilidad: está claro que nuestro sistema de salud no cuenta con los reactivos suficientes y oportunos que permitan el diagnóstico y la detección de personas infectadas por el Covid-19, existe la posibilidad de que alguien infectado y que muestre síntomas semejantes como tos, alta temperatura, dolor de cabeza, haya sido diagnosticado con alguna enfermedad mucho más común como son la influenza u otras infecciones respiratorias. Es difícil saber si ya existe algún deceso, por no contar con la infraestructura necesaria para una detección oportuna.
Claro todo lo que se diga al respecto, puede quedar en una simple especulación, ojalá y así sea.
Diputado federal