Incendios, balas, enfrentamientos entre grupos criminales por el control del desierto que se disputan el tráfico de fentanilo y de personas han provocado la huida masiva de poblaciones enteras en la frontera de Sonora.
El fin de semana pasado, los habitantes de los ejidos La Nariz, Valdez y Cuatro Cerros, en el municipio de Sonoyta, abandonaron sus casas: dejaron atrás ganado, bienes muebles, recuerdos, posesiones, para escapar del ataque a sus domicilios que han emprendido los grupos criminales que luchan por controlar millonarios negocios ilícitos.
En un solo día, las vidas y el esfuerzo de todas estas personas se vinieron abajo: el éxodo abarcó la salida de niños, adultos mayores, mujeres embarazadas…
Ante la incapacidad de protegerlos, y poner fin a la barbarie, autoridades del estado decidieron brindarles protección, a fin de que los pobladores de estos lugares pudieran abandonar una zona de guerra que se encuentra en llamas.
De acuerdo con testimonios recabados, brazos armados del poderoso Cártel de Sinaloa, se están enfrentando para apoderarse del territorio: la pugna es entre Los Chapitos, Los Salazar y los grupos afines al Mayo Zambada, recién detenido en Estados Unidos.
Debajo de estas organizaciones hay violentas células que se disputan el desierto: la idea es que quien controla Sonoyta controla todo el tráfico ilegal.
Esta confrontación ha hecho que la vida de la gente se vuelva imposible.
Hoy, los habitantes desplazados de los ejidos mencionados arriba, que salieron de sus casas y sus ranchos sin nada, ruegan que los reciban en algún sitio.
“Ocupamos su apoyo… ocupamos colchonetas, víveres, pañales, leche, papel y todo lo que gusten donar”, solicitaron algunos en redes sociales.
Aquella parte del estado ha sido descrita por sus habitantes como “el infierno”.
El gobierno del estado, sin embargo, encabezado por el exsecretario de seguridad federal, Alfonso Durazo, ha negado que esté ocurriendo “la situación descrita en redes sociales”.
Pero hoy esos ejidos están vacíos.
Y fueron las propias autoridades estatales quienes acompañaron y protegieron el éxodo.
Miles de migrantes atraviesan esa parte de Sonora con amparos tramitados por abogados de Quintana Roo y la Ciudad de México, según reportes oficiales. La red de corrupción y protección que comienza en la frontera de Guatemala ha dejado un saldo sangriento en la frontera norte. La Guardia Nacional, según los testimonios de los pobladores desplazados, opera al servicio de los grupos criminales.
En conclusión: los solitarios caminos del desierto han sido cooptados en su totalidad por la delincuencia organizada.
La gente de los ejidos sostiene que ahí se encuentran los talleres donde se fabrican vehículos con blindaje artesanal que luego son empleados por las células delincuenciales para sembrar el terror.
A fines del año pasado se reportó un éxodo masivo en la comunidad de Sásabe: caravanas de hombres armados se apoderaron de la localidad, provocando que algunos habitantes huyeron a Estados Unidos.
El nombre que aquí se ha temido pronunciar es el de Omar Félix Loaiza, alias El 08, conocido también como El Pelón y jefe del brazo armado Los Pelones. “No lo quiero mencionar por aquí, pero su nombre está en los reportes oficiales y circula también en las redes sociales”, comentó un habitante de Sonoyta.
Otro nombre que se teme mencionar es de Adelmo Niebla, que escapó de la cárcel de Culiacán para operar las rutas bajo el control del Chapo.
En meses pasados, grupos afines a Ismael El Mayo Zambada instaron a las células de Los Chapitos a que el corredor de drogas y tráfico de migrantes que pasa por este municipio fuera desalojado. Un reporte militar citado el año pasado informó que, tras este ultimátum emitido por la gente de Zambada, integrantes de su grupo se unieron al Cártel de Caborca, que dirigen familiares de Rafael Caro Quintero, para sacar del estado a los Chapitos.
La atomización de los grandes cárteles ha puesto en estado crítico a incontables poblaciones de Sonora. Ahí, como en otras partes del país, el sexenio termina con una cauda de desplazamientos, de balaceras, muertes y persecuciones.