En julio de 2022 la entonces vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, se reunió para desayunar en su residencia en Washington con Andrés Manuel López Obrador.
AMLO iba con la idea de “sanar” las molestias que había causado su ausencia en la Cumbre de las Américas, que acababa de celebrarse. Creía que su palabra tenía algún peso y llevaba el argumento de que era necesario que Estados Unidos replanteara su relación con los gobiernos del continente.
De acuerdo con información de personal de la Secretaría de Relaciones Exteriores que estuvo en la reunión, Harris lo dejó hablar durante unos minutos y luego le externó la preocupación de Estados Unidos ante la política de “abrazos, no balazos” y la actitud que su gobierno había adoptado con respecto a la persecución de los narcotraficantes que estaban inundando Estados Unidos con toda clase de drogas.
Un promedio de 196 estadounidenses moría diariamente por sobredosis causadas sobre todo por el fentanilo. Harris le dijo a AMLO que, si en verdad quería comenzar a “sanar” la relación, procediera a la captura de Rafael Caro Quintero, quien tenía una deuda con ellos desde el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena, en 1985.
AMLO, según las fuentes, se mostró sorprendido. Y más aún cuando Harris le dijo que un equipo de la DEA que operaba desde San Diego seguía los pasos del narcotraficante desde hacía tres meses y lo tenía perfectamente ubicado en Choix, Sinaloa. Se hizo un silencio incómodo. López Obrador alegó que Caro Quintero había pasado 28 años en la cárcel y concluido su condena.
Harris replicó, echando mano de una tarjeta, que la liberación de Caro era consecuencia de una argucia legal y que su gobierno lo seguía buscando. Caro llevaba nueve años libre. Había formado el Cártel de Caborca y en poco tiempo este grupo estaba operando en amplias regiones de Sonora, Baja California, Guerrero, Quintana Roo y Oaxaca. Harris recalcó ante AMLO la resistencia que había en su gobierno para perseguir, detener y extraditar narcotraficantes.
La reunión fue definida después como “amistosa”, pero la incomodidad de AMLO y de la delegación mexicana era evidente. Esa incomodidad creció cuando Harris exigió que fuera la Marina y no el Ejército ni la Guardia Nacional quien recibiera la información y operara la captura.
Los pormenores de la reunión se filtraron en aquellos días desde tres frentes: la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Fiscalía General de la República y el propio Palacio Nacional, donde información supuestamente reservada fluyó durante todo el sexenio lópezobradorista: el mismo AMLO llegó a acusar en una “mañanera” que desde Palacio se estaban realizando filtraciones.
Caro Quintero fue detenido tres días después del encuentro entre Harris y López Obrador, con información aportada en su totalidad por Estados Unidos. Simultáneamente, el entonces fiscal Merrick Garland recibió la orden de reactivar la investigación en contra del director de la CFE, Manuel Bartlett, secretario de Gobernación en tiempos del asesinato del agente Camarena, y al que testimonios recabados por la DEA desde los años 80 habían vinculado con las actividades de Caro Quintero y de su socio, Ernesto Fonseca, Don Neto.
Agencias de seguridad estadounidenses han recabado la continuación de esta historia. Saben que tras la captura de Caro Quintero hubo una reunión de emergencia en Palacio Nacional, a la que asistieron el fiscal Alejandro Gertz Manero, el entonces secretario de Gobernación Adán Augusto López, y el entonces presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar.
Al más alto nivel del gobierno mexicano se tomó la decisión de detener la extradición “fast track” del narcotraficante, que el gobierno de Estados Unidos estaba exigiendo. Esto se hizo para cubrir a Bartlett y evitar que Caro entregara información que pudiera perjudicar al gobierno de AMLO.
Según una las fuentes consultadas, Caro Quintero recibió en prisión a un mensajero de la Secretaría de Gobernación, quien negoció con él protección y beneficios para sus familiares en caso de que la extradición tuviera que ocurrir algún día.
A través de intervenciones telefónicas, la DEA tiene pruebas de que Caro Quintero apoyó campañas políticas durante los años en que estuvo libre.
Hoy toda esa memoria se encuentra en poder de Estados Unidos. En el gobierno de Claudia Sheinbaum saben que el tema Caro Quintero-Bartlett será uno de los que estarán sobre la mesa el 3 de septiembre, durante el “marco de entendimiento bilateral en materia de seguridad” que será la visita del secretario de Estado Marco Rubio.
Estados Unidos ha avanzado lenta e implacablemente en su estrategia, desde el retiro de visas a políticos mexicanos hasta la denuncia por lavado contra bancos y casas de bolsa.
La visita del funcionario que llamó a López Obrador protector de narcotraficantes es el paso más delicado en esa estrategia. Rubio llega con todos los grandes narcotraficantes de México tras las rejas: con la historia pasada y reciente del narco y su relación con la política. ¿Habrá noticias, habrá sorpresas?
@hdemauleon