El 7 de julio pasado, elementos de la Guardia Nacional detuvieron a bordo de una camioneta con reporte de robo al exregidor de Jiutepec por el Partido Encuentro Social, Abraham Jair Domínguez Espina. Se reportó que en el vehículo fue hallada un arma larga y un cargador abastecido con 27 cartuchos.
Domínguez Espina está vinculado con el asesinato de un comerciante ocurrido en Cuernavaca el 14 de mayo de este año. Según las autoridades, la camioneta desde la cual disparó contra su víctima fue abandonada en un estacionamiento del centro de la ciudad. En el interior de la unidad la policía halló un pasamontañas y un portafusil.
La investigación en torno al exregidor de Jiutepec (ocupó el cargo entre 2021 y 2023) condujo a las autoridades hasta un domicilio de la colonia Vista Hermosa. El cateo derivó en el hallazgo de dos vehículos robados, de placas de circulación, de identificaciones pertenecientes a diversas personas (presuntas víctimas de secuestro), y de una pareja de leones africanos que habían sido llevados al inmueble un año atrás.
Se trataba de una casa seguridad desde la que operó una célula de la Familia Michoacana en alianza con el grupo criminal conocido como la Familia Morelense, que aglutina bandas delincuenciales activas en diversos municipios. De acuerdo con fuentes de inteligencia, en una camioneta encontrada en ese sitio se identificaron huellas dactilares del exregidor de Jiutepec, cuyo nombre ha figurado en narcomantas firmadas por “Los de Siempre”, como se hace llamar algunas veces la organización conocida como Los Mayas, y que dirige un antiguo lugarteniente de Arturo Beltrán Leyva: Abel Maya.
Maya es responsable de la violencia que azota desde hace varios años el estado de Morelos: en guerras emprendidas contra otras bandas criminales (la de Los Colombianos o El Señorón, entre las más sangrientas) ha conmocionado diversos municipios morelenses. Hoy disputa a sangre y fuego el cobro de piso, la extorsión y el narcomenudeo en la zona metropolitana de Cuernavaca.
Al exregidor de Jiutepec, Abraham Jair Domínguez, se le ha vinculado también con al menos otros dos homicidios.
En Jiutepec fue atacado el 31 de abril pasado el director operativo de la policía municipal Carlos Pedraza, contra el que dos sujetos a bordo de una motocicleta dispararon en ocho ocasiones y quien salvó la vida de milagro.
Solo en ese municipio se perpetraron 36 homicidios en el primer trimestre de este año: 21 más que los que hubo en el mismo periodo de 2023.
El caso de Domínguez Espina no es más que un botón de muestra de la colusión que existe entre políticos de Morelos y las operaciones criminales que operan en el estado. De hecho, un documento hackeado a la Sedena por el colectivo Guacamaya ligó al alcalde de Jiutepec por la coalición PT-Morena-PES con Los Rojos.
Según los reportes de inteligencia, altos funcionarios de al menos 17 alcaldías están ligados con grupos criminales. En la lista aparecen los municipios de Xochitepec, Cuautla, Tlaltizapán, Puente de Ixtla, Yautepec, Tlalquiltenango, Huitzilac, Yecapixtla, Tetecala, Xoxocotla, Coatetelco, Temixco, Jojutla, Coatlán del Río, Amacuzac y Mazatepec.
Al mismo tiempo, son al menos 16 grupos criminales los que bañan de sangre la geografía morelense. En el tramo final del gobierno de Cuauhtémoc Blanco los homicidios alcanzan niveles históricos: 6 mil 038 de 2018 a la fecha. Casi el mismo número que dejaron, sumadas, las dos administraciones anteriores: 2 mil 087 homicidios en la de Marco Adame, y 3 mil 175 en la de Graco Ramírez.
En lo que va de julio, la violencia ha dejado un rosario de ejecuciones, decapitados, entambados, rafagueados y cuerpos maniatados o metidos en bolsas, en más de la mitad de los municipios, y ha alcanzado niveles de escándalo en Cuernavaca, Temixco, Xoxocotla y Jiutepec.
Aunque ningún partido queda a salvo, la última administración estatal pasará a la historia como aquella que entregó el estado, ya sin disimulo alguno, a los grupos del crimen organizado.