Entre el “gran acervo de pruebas” que llevaron a la detención del ex agente del Cisen, Jorge Antonio Sánchez Ortega, al que la Fiscalía General de la República acusa del homicidio del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, ocurrido en Lomas Taurinas hace 31 años, en marzo de 1994, figuran 43 anexos que fueron entregados en sobre cerrado al Juzgado Cuarto de Distrito en Materia Penal, y que contienen 63 discos compactos.

En esos discos figuran grabaciones del mítin de Colosio obtenidas por Televisa Tijuana, TV Azteca Tijuana y Telemundo Tijuana.

Hay un DVD con la leyenda “MEMO ORTEGA, JACOBO ZABLUDOVSKY ERROR (CASTILLO)”, así como otros discos rotulados “PROGRAMA ESPECIAL LUIS DONALDO COLOSIO”, “IMAGEN DEL PROGRAMA DETRÁS DE LA NOTICIA. DIÁLOGO ENTRE DOS SUJETOS” y “ENTORNO POLÍTICO DATOS COLOSIO”.

Figuran también dos discos compactos rotulados como “VIDA LONGITUDINAL DE MARIO ABURTO MARTÍNEZ” y “MATERIAL COPIADO DE BETCAM CEPROPIE”.

Hay asimismo material titulado “VIDEO 2 PISTOLA”, “C-06 ESPAÑONES/CLAVADISTA” y “CHICA DE GORRA BLANCA”.

La acusación de homicidio calificado se finca, según la causa penal 5/2025-I-P en fracciones del Código Penal relacionadas, entre otras, con “hipótesis de muerte por lesión en órgano interesado”, “lesión mortal”, “hipótesis de premeditación” y “alevosía en su hipótesis de asechanza”.

La Fiscalía General de la República tendrá que derrumbar miles de fojas repletas, entre otras cosas, de peritajes sobre la distancia a la que se hicieron los dos disparos que terminaron con la vida de Colosio, sobre la posición víctima-victimario, y sobre el cúmulo de videos que mostraron que Sánchez Ortega, enviado por el Cisen a cubrir el mítin del candidato, nunca estuvo cerca de Colosio cuando se realizaron los disparos.

López Obrador revivió el caso en años críticos de su gobierno con la abierta intención de involucrar a Genaro García Luna, entonces subdirector del Cisen, y a Felipe Calderón, en el homicidio de Colosio.

En alguna “mañanera”, el inefable Carlos Pozos, mejor conocido como “Lord Molécula” aseguró que en esos años había entregado a EL UNIVERSAL el parte médico que señalaba que Colosio había muerto por disparos procedentes de dos armas.

Dijo Pozos que esa información se la había entregado, a él y a otros periodistas, el vocero de la campaña presidencial, Liébano Sáenz.

En sus apariciones en las “mañaneras”, Pozos encarnó como pocos el significado de la palabra “abyección”. No hay registro de que reportero alguno haya recibido del vocero de Colosio un documento semejante: el escándalo hubiera sido nacional.

EL UNIVERSAL desmintió en su momento a “Lord Molécula”. Por lo demás, no hay en los tomos conocidos del expediente un “parte médico” con las características de aquel al que hizo referencia Carlos Pozos.

Pero López Obrador ya había sembrado y marcado la ruta del espectáculo que hoy estamos presenciando: Jorge Antonio Sánchez Ortega ha sido recluido en el Altiplano, acusado de ser el segundo tirador en el magnicidio de Luis Donaldo Colosio.

La orden de aprehensión le había sido negada a la FGR en dos ocasiones, en 2023 y 2024, por falta de méritos. En septiembre del año pasado la fiscalía agregó dos tomos a la averiguación previa, que en la actualidad consta de 11.

Además de los discos compactos enviados en sobre cerrado, la FGR cuenta con el testimonio de una compañera de trabajo de Mario Aburto, quien décadas después de cometido el homicidio identificó en una fotografía al ex agente del Cisen, Jorge Antonio Sánchez Ortega, como la persona que visitó a Aburto en tres ocasiones, antes del asesinato, en la fábrica donde este trabajaba: Camero Magnéticos.

Como se ha dicho, en marzo de 1994 Sánchez Ortega dio positivo a la prueba de radizonato y tenía dos manchas de la sangre de Colosio en su chamarra (entre los viejos reporteros de la fuente se sabe que también la mano del fallecido periodista Juan Arvizu, autor con Manuel Ponce, de la gran crónica del magnicidio, quedó manchada con la sangre del candidato). Sin embargo, en ninguno de los videos aparece cerca de Colosio al momento de los disparos.

Una de las investigaciones criminales más completas de la historia de México, el informe especial que Luis Raúl González y su equipo rindieron sobre el caso seis años después de cometido el crimen, echó por tierra las sospechas de que Sánchez Ortega estuviera implicado en el homicidio.

Quienes investigaron el caso a profundidad, consideran la detención del ex agente del Cisen como un distractor: como una patraña.

¿A qué están jugando en la FGR?

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