Si el sábado pasado las autoridades tenían control total del acceso al Zócalo, ¿cómo ingresaron al perímetro las herramientas con que luego fueron tumbadas las vallas que protegían el Palacio Nacional?

La pregunta es válida: la propia presidenta Claudia Sheinbaum ha encargado a la fiscal de la ciudad de México que investigue a los reventadores que desataron una violencia inaceptable en la plaza, y arremetieron contra policías que la custodiaban, dejando más de 100 elementos policiacos heridos.

Largas horas ha dedicado la presidenta de México a investigar quiénes se encuentran detrás de la marcha de la llamada Generación Z. Ha hablado de un gasto de 90 millones en la promoción de esta; dice que de un lado estuvo la oposición y del otro “un empresario”.

Dice que hubo cuentas que desde el extranjero convocaron a la marcha y dice, sobre todo, que entre las decenas de miles de personas que el sábado marcharon del Ángel al Zócalo, “la gran mayoría no eran jóvenes”: “Vimos las mismas caras de aquellas manifestaciones de la Marea Rosa, mucho adulto, poco joven…”, insistió.

La respuesta ha sido la descalificación contra la que, se quiera o no, es la primera protesta multitudinaria en contra de Claudia Sheinbaum, a solo un año —hay que repetirlo: a solo un año— del inicio de su sexenio. Grupos de tontos útiles, y de otros tontos que se creen útiles, han gastado saliva y tinta en los últimos días intentando subrayar la edad de quienes marcharon el sábado como una forma de restar legitimidad a una protesta detonada por el asesinato del alcalde Carlos Manzo, a la que se sumaron reclamos perfectamente válidos en una democracia por el abandono y la crisis de violencia en que se hallan hundidas vastas regiones del país.

Hasta de la abuela del alcalde asesinado se burlaron en el frenético y absurdo esfuerzo descalificador: si marchas y eres mayor de edad, la única explicación es que eres de la derecha internacional y tienes intenciones golpistas.

Sheinbaum ha dicho que lo que más llamó su atención fue el grupo violento que se infiltró en el Zócalo con “esmeriles, ganzúas, martillos, marros”: un grupo formado por individuos “muy preparados”, según dijo, que provocaron a los granaderos “que ya no existen” y dieron pie a una campaña con ecos internacionales, según la cual “en México se reprime a los jóvenes”.

Sheinbaum dice respetar a los jóvenes. Al mismo tiempo insiste en que en la marcha “había muy pocos jóvenes”. Al final, si lo que se buscaba a través de grupos manejados por el ala radical de Morena era asociar la manifestación con la violencia, el tiro salió por la culata.

En respuesta a un movimiento que según ella carece de importancia, y que desde el día mismo en que estalló fue considerado ilegítimo por el oficialismo, la presidenta apareció una vez más desencajada y con los labios apretados, en lo que ya va siendo su tradicional aire colérico: “¿Creen que nos van a debilitar, que van a debilitar a la presidenta con lo que gritan? No. Más fuerte soy, más fuerte. ¿Ustedes creen que esos gritos y leperadas me van a hacer algo?, dijo.

Muy pronto, el asunto se volvió una conjura en contra de la Cuarta Transformación. Ya nadie habla de Carlos Manzo, ya nadie habla de Hernán Bermúdez Requena, ya nadie habla de la Marina y el tráfico de huachicol, ni del almirante Rafael Ojeda, ni de los hermanos Farías Laguna.

Ya solo importan la violencia y los gritos y las leperadas pronunciados en la marcha: la infiltración de la derecha internacional, el gasto de 90 millones, la cobertura que “una televisora” hizo de la manifestación.

Mientras tanto 160 nuevos homicidios se registraron en México entre el viernes y el domingo pasado. Un dron cargado con explosivos dejó 10 heridos. Entre sábado y domingo, 13 personas fueron asesinadas en ese estado.

En Guerrero, Sonora, Jalisco, Tamaulipas, Veracruz, Chiapas Tabasco y Guanajuato, ciudades, poblaciones y comunidades enteras siguen en manos del crimen organizado.

Se han revelado los nexos de gobernadores y alcaldes con los cárteles de la droga. Se siguen exhibiendo los lujos, la riqueza inexplicable, la escandalosa corrupción de las altas figuras de la 4T.

Batman no logra pacificar el país mientras a un lado suyo, todos roban.

En Palacio Nacional, mientras tanto, un gobierno que se dice de izquierda y presume de democrático exhibe y trata como conspiradores y como delincuentes a quienes ejercen el derecho legítimo de salir a la calle a protestar.

@hdemauleon

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