Este martes en la conferencia matutina de la presidenta de la República, la titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública rindió un informe muy alentador de la disminución de 25.3% del promedio diario de víctimas de homicidio doloso al 31 de julio de 2025, con relación a septiembre de 2024, al pasar de 86.9 a 64.9, esto es, 22 homicidios diarios menos. Para dimensionar lo que este dato representa y aportar elementos de análisis de la actual estrategia que implementa el gobierno federal, vale la pena tomar como referencia la experiencia colombiana.
Colombia pasó de tener 75.5 homicidios por 100 mil habitantes en 1991, época de la sangrienta guerra entre el Cártel de Medellín y el Estado; a 59.3 homicidios en 1998, es decir, tras el abatimiento de Pablo Escobar (1993) disminuyó en solo cinco años 16.2 puntos porcentuales. No se pase por alto que, de acuerdo a cifras del INEGI, en nuestro país la tasa de homicidios más alta en los últimos 34 años fue de 29.3 en el 2018, que es una tasa de 46,2 puntos porcentuales menos.
En el 2003, una vez que la lucha por el poder entre bandas criminales colombianas se decidió a favor de Diego Murillo, “El Berna”, la tasa disminuyó a 53.8 homicidios y, diez años después, se redujo a 32.1 homicidios en 2013, lo que representó una disminución en la tasa de 21.7 puntos porcentuales. Esta notable reducción fue en parte resultado del oligopolio “pacífico” entre organizaciones criminales a partir de acuerdos y treguas después de la extradición de “El Berna” a Estados Unidos (2008).
En los últimos años el homicidio en Colombia ha tenido una disminución más lenta, pero constante, de 26.2 en 2022; 25.9 homicidios en 2023; y 25.4 homicidios en 2024, fruto de la política de negociaciones de paz impulsada por los distintos gobiernos del país sudamericano.
El caso colombiano enseña que disminuir los altísimos niveles de homicidio que tenía en los años 90 ha sido posible, pero es un proceso lento; van 33 años y, a pesar de los logros innegables en su reducción, sigue teniendo Colombia una tasa muy elevada de homicidios (25.4 en 2024), si se consideran los 5.8 homicidios por 100 mil habitantes que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito registraba en 2021 como promedio mundial.
Nos muestra también que en la disminución del homicidio se requiere, al menos, de tres factores claves: la neutralización (abatimiento, encarcelamiento o extradición) de generadores de violencia prolíficos; acuerdos estables y de largo plazo, entre delincuentes respecto de los territorios y los mercados ilícitos, a partir de alianzas estratégicas o de coexistencia pacífica (la guerra en Sinaloa exhibe cómo la ausencia de acuerdos, pactos o treguas entre criminales dispara el homicidio); y, una política de Estado orientada a prevenir otras causas de la violencia letal no relacionadas con el crimen organizado: feminicidios por razones de género; disponibilidad de armas de fuego; homicidios con presencia de consumo de alcohol y/o drogas; y, subcultura de la violencia, entre otras.
Por la experiencia que nos dejó la estrategia de Guerra contra el Narcotráfico, sabemos que la confrontación directa contra los grandes cárteles no solo no disminuye la violencia homicida, sino que puede exacerbarla. Hoy, el gobierno federal claramente ha dado un golpe de timón al dejar de centrar la estrategia en disminuir los homicidios solo en la realización de operativos y captura de objetivos prioritarios y aborda su prevención desde un enfoque integral que reconoce su complejidad y atiende la diversidad de sus causas. La disminución de 22 homicidios diarios menos en solo diez meses de la nueva administración es un logro que debe explicarse y atribuirse a este giro en la estrategia.
Sigue siendo inaceptable que, al mes de julio del presente año, 64.9 de mexicanos mueran todos los días por causa de la violencia homicida, aún más los niveles de impunidad que permiten que un elevado número de perpetradores queden sin castigo. Pero los avances en la disminución del homicidio doloso reflejan que la Estrategia Nacional de Seguridad Pública, con un nuevo enfoque para prevenir este infame delito, está dando resultados.
Miembro de Número de la Academia Mexicana de Criminología