Durante los últimos meses, se ha visto como los criterios ambientales, sociales y de gobernanza han sido cada vez más tomados en consideración por parte de algunos inversionistas cuando quieren, por ejemplo, invertir en una empresa. Lo anterior, es altamente positivo siempre y cuando no sea haga porque está de moda o simple y sencillamente porque otros lo están haciendo o por querer aparentar algo que no se es.
Una de las preguntas que se deben de hacer al interior de las empresas es si cuentan como parte de sus propias políticas con una ética suficientemente robusta para reducir cada vez sus impactos nocivos en materia ambiental y social. Igualmente, deben de cuestionarse si exista la voluntad necesaria para hacer las inversiones que se requieren y que en consecuencia estos tres pilares los incorporen en sus actividades cotidianas y los implementen de manera efectiva, lo cual por supuesto no es un reto menor.
Desde el ángulo ambiental, ¿qué tan alineadas están las empresas para cumplir con Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al 2030? ¿Qué tanto cumplen con el Acuerdo Marco de las Naciones Unidas en materia de Cambio Climático para reducir cada vez más sus emisiones de gases de efecto invernadero? También hay que contemplar que tan bien o no manejan sus residuos sólidos y los residuos peligrosos que se generan en los procesos productivos. ¿Qué tanto contribuyen al cuidado y conservación de la flora, la fauna y los ecosistemas que están a su alrededor? ¿Son eficientes en el uso del agua y sus descargas son tratadas de acuerdo a lo que establecen las normas respectivas?
Si lo vemos desde la parte social, aquí se deben de considerar varias variables para considerarse como socialmente responsables. Entre otros, hay contemplar el respetar los derechos humanos de los trabajadores y de nuestros vecinos y apoyar de distintas maneras a las comunidades más vulnerables de nuestro entorno, trabajando en todo momento en favor del bien común de la sociedad. Se trata de poder implementar prácticas, estrategias y políticas que busquen en todo momento apoyar a sus colaboradores y a sus familias, así como a aquellos que les proporcionan algún servicio. Un aspecto relevante es el que se pueda mejorar la calidad de vida laboral al interior de las empresas. También, la igualdad es un factor relevante dentro de la cual hay que cuestionar si mujeres y hombres ganan igual en los mismos puestos.
Si lo vemos desde la parte de la gobernanza o la gobernabilidad, a lo que nos estamos refiriendo, entre otros aspectos, es el poder asegurar que se cumple en tiempo y forma con el marco legal que les es aplicable a su giro. Se debe asegurar que se tienen los permisos, licencias, concesiones y autorizaciones en regla para poder operar dentro del marco de la ley, en la legalidad y estado de derecho al que aspiramos. Si lo anterior no es el caso, se estará expuesto a la inspección de las autoridades competentes y en su caso a recibir multas, clausuras y revocación de permisos, autorizaciones, licencias y concesiones porque resulta que nuestro comportamiento empresarial es inadecuado.
Tomando en cuenta todo lo anterior, los criterios ESG son relevantes para el buen desempeño de las empresas y para mejorar el entorno que las rodea. Si las cosas no se hacen bien a nivel corporativo, pueden surgir una serie de riesgos que nadie quisiera asumir, como por ejemplo, el no tener acceso al crédito y el hecho de que la reputación y credibilidad se pongan en entredicho. ¿Qué tanta disponibilidad hay para dar el giro y ser cada vez mejores desde lo ambiental, social y la gobernabilidad?