Al inaugurarse la semana pasada el segmento de alto nivel de la Conferencia de las Partes (COP30) del Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC) de 1992, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, estableció que la transición energética es un pilar esencial para detener el calentamiento global. Agregó que “esta COP debe de inaugurar una década de aceleración y resultados. En primer lugar, los países deben acordar un plan de respuesta ambicioso y creíble para realmente limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados. Las responsabilidades deben ser compartidas y las diferencias respetadas, pero eso no puede servir de excusa para que las naciones dejen de hacer su parte. Esto significa trabajar intensamente en energías renovables, electrificación y eficiencia energética, y también detener y revertir la deforestación”.
Guterres reiteró que es momento de acción y no de formar más acuerdos climáticos. “Ya no es tiempo de negociaciones. Es tiempo de implementación, implementación e implementación”. Por su parte, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva apuntó que “acelerar la transición energética y proteger a la naturaleza son las dos maneras más efectivas de contener el calentamiento global. A pesar de nuestras dificultades y contradicciones, necesitamos mapas de ruta para, de forma justa y planificada, revertir la deforestación, superar la dependencia de los combustibles fósiles y movilizar los recursos necesarios para estos objetivos”. “La COP30 será la COP de la verdad –apuntó el mandatario brasileño-. Es momento de tomarse en serio las advertencias de la ciencia. Es hora de enfrentar la realidad y decidir si tendremos o no el coraje y la determinación necesarios para transformarla”.
En este contexto, el pasado 4 de noviembre nuestro país hizo del conocimiento público la nueva Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés), la cual será reafirmada ante la comunidad internacional en el marco de la COP30. Las NDC son compromisos voluntarios (algunos sujetos a financiamiento y otros no) que hacen los gobiernos dentro del marco del Acuerdo de París para reducir cada vez más sus emisiones de gases de efecto invernadero y así contribuir a frenar el calentamiento global y el cambio climático. La idea al final del día es seguir el crecimiento y el desarrollo de los pueblos transitando hacia energías renovables y dejar atrás los combustibles fósiles como es el caso del gas, carbón, petróleo y combustóleo, a los cuales muchos países, como México, aún son adictos.
La nueva NDC de México en materia de mitigación establece una nueva meta de emisión que pone un tope a los gases de efecto invernadero provenientes de todos los sectores económicos para 2035. En materia de adaptación se fortalecen medidas en los ejes de comunidades y territorio, sistemas productivos, ecosistemas resilientes y seguridad alimentaria, biodiversidad y servicios ecosistémicos, recursos hídricos e infraestructura estratégica incorporando un nuevo eje sobre la relación entre cambio climático y seguridad buscando prevenir y atender a tiempo conflictos socioambientales asociados al cambio climático.
Se contempla también un componente de pérdidas y daños, y se integran la perspectiva de género, el enfoque de derechos humanos, las necesidades específicas de poblaciones prioritarias como es el caso de las mujeres, pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes, juventudes y personas con discapacidad. Igualmente, y para tener una mayor capacidad de ejecución, se establece un componente en materia de condiciones habilitadoras y medios de implementación.
Así las cosas, para que dicha implementación sea efectiva, se dé en tiempo y forma, sin vacilaciones y evite en todo momento el greenwashing, nuestro país debe asignar los recursos financieros suficientes y necesarios para una debida y congruente implementación de esta nueva NDC. México no debe de seguir apostando al gas fósil como combustible de transición, pues éste tiene altas concentraciones de metano, uno de los gases efecto invernadero con mayor potencial de calentar el planeta. También debe dejar de usar el anexo 16 del Presupuesto de Egresos de la Federación -destinado a acciones para combatir efectivamente el cambio climático-, para financiar a la Secretaría de la Defensa Nacional, los proyectos de hidrocarburos y el Tren Maya.
La política energética en nuestro país debe dirigirse hacia renovables y no a los combustibles fósiles. México debe tener un Plan Nacional de Implementación; esto es, una hoja de ruta en la que cada agencia gubernamental involucrada tenga claras sus responsabilidades.
Los fenómenos naturales son cada vez más recurrentes y extremos —huracanes, lluvias torrenciales e inundaciones, por solo mencionar algunos—, que ponen en riesgo a la biodiversidad y a las personas, muchas de las cuales han perdido la vida a consecuencia del cambio climático. Ya lo dijo el presidente Lula: es la hora de la verdad. ¿Queremos seguir adheridos a los combustibles fósiles con las consecuencias adversas que ello implica? ¿Está la comunidad internacional dispuesta a poner, ahora sí, los recursos que se necesitan –se habla de entre 3 y 5 billones de dólares- hacia el año 2030 para mitigar y adaptarse al cambio climático? Tiempo al tiempo.
Director Ejecutivo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA)

