La idea morenista de crear patrimonio cabe en una definición sucinta: hacerse a como dé lugar de la mayor cantidad de dinero posible, en el menor tiempo posible e invirtiendo el menor esfuerzo posible. Una vez creado el patrimonio, el morenista lo invertirá en la realización de un sueño que invariablemente es ridículo, patético o vulgar, si bien suele combinar los tres adjetivos en una única eclosión de altanería.

Lo mismo que hacía el PRI, pues, aunque en el caso del MoReNa es irremediable agregar la espectacular ostentación de hipocresía, toda vez que este nuevo avatar se ufana de ser humanista y franciscano, impermeable a las mieles del poder, el dinero y etcétera. La secuela de revelaciones que ponen en evidencia lo contrario no cesan, pero se aceleran. Los líderes y sus familias, los legisladores y generales, gobernadores y munícipes redactan a diario en los hechos los alcances de sus fantasías. El heredero que optó por hacerse de una casa en Houston con una alberca para humedecerse el drenaje ya es, reconozcámolo, muy poca cosa.

Si mi general Durazo ordenó construir en el Ajusco una copia del Partenón, ahora relumbra el gobernador que manda levantar una réplica de la catedral de Notre Dame en su rancho del Ajusco para que su madrecita realice sus rezos a gusto. Si antes el corrupto del PRI se decoraba con un gazné de seda alrededor del cuello viril, ahora el diputado morenista se arremolina un kefiye árabe para evidenciar la pureza de sus emociones y vive en una mansión de 12 millones en cuyo jardín está sentado Buda.

Si antes el joven Hank viajaba a China para comprar marfiles millonarios para admirarlos en su palacio, con su elegante chamarra de ocelote puesta, ahora el junior López Obrador se desplaza a Tokio para atragantarse de güisqui nipón y sushi Yoshitake, forrarse en ropa de lujo y extasiarse en la contemplación de un bodrio de 30 mil dólares generado por una escultora mamonet, mientras monta negocios de vivienda para quienes supieron salir de pobres primero.

Si antes el ingeniero Raúl Salinas de Gortari se hacía fotografías navegando en un yate mientras acariciaba las esponjosas células de su amante andaluza, ahora el líder de los legisladores se hace trasladar en aviones privados para llegar a tiempo al mitin donde prometerá igualdad ante los pobres y explicará los usos y costumbres del pene masculino.

Si antes el perpetuo líder sindical Fidel Velázquez masticaba “nuestra meta será siempre el futuro promisorio”, ahora Pedro Haces, líder de una “Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México” llena el zócalo de asalariados que se desgañitan ululando loas a la presidenta, mientras él llena clubes privados de lujosos hoteles para autoulularse las mañanitas, y hacerse ver mamando botas en la plaza de toros de Sevilla mientras administra hectáreas de ranchos con vacas y caballos elegantes.

Si antes los priístas Yunes se hacían de ranchos abundantes, ahora el hermano espiritual de El Supremo líder, llamado Adán Augusto, así como su hermano carnal, escuetamente llamado Pío, adquieren con millones de pesos de origen ignoto ranchos de cientos de hectáreas con el ganado incluido.

Y mientras la presidenta Sheinbaum musita encomios a la austeridad republicana, glorifica la pobreza homologante y vocifera que “las comunidades más pobres tendrán desarrollo con bienestar”, sus camaradas de MoReNa parecen poner menos su atención en sus mensajes que en el lugar desde donde los proclama: el Salón Tesorería.

De algún lado tiene que brotar el patrimonio...

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