In memoriam Carlos Manzo

Más allá de las turbias finanzas de “el Conahcyt de la 4T” bajo el mando de María Elena Álvarez-Buylla (dinero fugitivo que está persiguiendo la Auditoría Superior de la Federación) me interesa la idea que la directora tenía de la “honestidad intelectual”.

Álvarez-Buylla se rodeó de mediocres cuyo principal mérito académico era la total sumisión a su personal soberanía: bastaba con recitar los santos evangelios de la 4T para que engordara su patético curriculum. Fue el caso de José Romero Tellaeche (un señor que impuso como director del CIDE a pesar de sus plagios); el de Armando Contreras Hernández (otro plagiario a quien nombró director del INECOL), Alejandro Gertz (otro plagiario a quien ordenó darle el más alto nivel del SNI).

Cada vez que quitaba al director de un Centro de Investigación Público para poner a un mediocre incondicional, Álvarez-Buylla declaraba que llegaba gracias “a un proceso de designación ejemplar, abierto, participativo y transparente” y que destacaba “en el campo de la investigación científica por su solidez, compromiso y honestidad, principios que rigen a la 4T”. El mediocre más intenso es uno que se llama Víctor Espinoza, a quien puso al frente de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), luego de un proceso tan transparente según el mismo ungido: “Bastó con que un integrante de la comunidad académica lo postulara para que procediera la postulación”, y listo.

¿Podía ser de otro modo? El investigador nacional es autor de libros como Don Crispín. Una crónica fronteriza, que inicia así: “Permítaseme empezar con una nota personal. Conocí a don Crispín, como recurso para aliviar un persistente dolor de espalda”; o “mi más reciente libro El olor del balón que abre senderos donde el alma es añoranza”, que promovió el Colef y que Espinoza catalogó como “publicación arbitrada”. Junto a eso presume 141 artículos y capítulos de libro. Uno de ellos, sobre las elecciones que ganó el PAN en Baja California en 1989, lo reescribe una y otra vez. Por ejemplo “Baja California. Una democracia electoral”, al que sigue “Elección presidencial de 2018 en Baja California”. Si un artículo se titula “El voto de los mexicanos en el extranjero: 2017-2019”, le siguen “El sufragio extraterritorial de las y los mexicanos”, “Sufragio extraterritorial y democracia”, “El voto de los mexicanos residentes en el extranjero”, “Política a distancia: el voto extraterritorial de los mexicanos” y “Votar a distancia. El sufragio extraterritorial de los mexicanos”, y así hasta el emeritazgo.

Luego de declarar a Espinoza “un gran investigador”, el “Conahcyt de la 4T” lo hizo emérito, entre otras cosas, supongo, por agredir cotidiana y violentamente a medio mundo. Gritonea en las redes que Zuckerman, Casar, Crespo, Mauricio Merino, Bravo Regidor, Jorge Romero, Alma Maldonado son “comentócratas del antiobradorismo, no tienen derecho a tener una plaza y a beneficiarse del SNI”; truena contra “el anciano decrépito Roger Bartra”; propone “denunciar penalmente a Krauze” para “ayudarle al presidente”; Antonio Lazcano es “un porro”; Elizondo Mayer-Serra necesita “una buena batida de huevos”; yo, desde luego, soy “un aviador”. Y luego denuncia a Twitter porque “no me deja crecer. Diario me quita seguidores. Cuando me permite agregar crece mi cuenta” (sic).

El obviamente doctor —cuyos escritos según los medidores académicos han sido citados sólo 189 veces en 30 años— logró sin embargo ser nombrado emérito. Nunca fue más cierta la airosa declaración de la airada Álvarez-Buylla: el Conahcyt es de la 4T...

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