Incómoda cosa esta de moverse por la ciudad ante miles de bardas elocuentes que gritan, pregonan y ululan que ES CLAUDIA. Es una desenfrenada privatización del paisaje urbano colectivo. Un agregarle caos al desorden para promocionar ante la comunidad el Pueblo a una ciudadana privada.
Barda tras barda que dice ES CLAUDIA, pero que nunca dicen que Claudia es qué, ni menos aún quién es quien dice que ES CLAUDIA. Según Claudia, no ES CLAUDIA quien anda diciendo ES CLAUDIA ni pintando ES CLAUDIA en las miles de bardas ES CLAUDIA, sino que es el Pueblo espontáneo que, en un arrebato de lucidez, concluyó que ES CLAUDIA y pinta bardas ES CLAUDIA para recordarse a sí mismo que su candidata ES CLAUDIA en caso de un ataque popular de amnesia.
Así pues, se trata de un Pueblo amoroso que ama tanto a ES CLAUDIA que invierte sus ahorros para manifestar públicamente su opinión privada. Y no es barato. Un contratista llamado Pedro Palomo declaró a un periódico que cada barda ES CLAUDIA anda rondando los 1,800 pesos. También declaró que las pagan “gente de las alcaldías” pero que son “independientes de las alcaldías”. Pues sí.
¿Existirá un argumento racional que relacione la cantidad de bardas pintadas con votos conseguidos? Como el PRI pintó bardas durante décadas, deberá haberlo estudiado científicamente para saber, digamos, que cada metro cuadrado de barda pintada equivale a un voto favorable en la urna. Nada mal: se necesitarían 35 millones de metros cuadrados de ES CLAUDIA para alcanzar al fin la democracia verdadera.
¿Habrá quien piense en serio que un votante merodea por las calles, indeciso, y lee en una barda ES CLAUDIA y se dice a sí mismo ¡ES CLAUDIA! y la indecisión se esfuma? ¿O lo hará hasta la décima o centésima barda? Y eso sin contar que hay bardas grandotas en las que ES CLAUDIA aparece diez veces seguidas. ¿Por qué? Quizá porque a la “gente de las alcaldías” le parece que el Pueblo es tan tonto que es necesario decirle las cosas diez veces para que las entienda, algo que me parece francamente clasismo y racismo puro (amén de ignorante pues, como dice a diario su jefe, y el de ES CLAUDIA, nuestro Pueblo es el más sabio y ancestral del mundo).
Otro elemento incómodo, claro, es la contaminación. ¿Cuántos miles de metros cúbicos de pintura se han empleado? Y eso que ES CLAUDIA es una ingeniera ecológica que sabe que pintar bardas envía al aire plomo y demás químicos que averían la capa de ozono, derriten a la Antártica y no se diga a los cerebros de los rotulistas que pintan ES CLAUDIA ocho horas diarias porque la quieren espontáneamente mucho. Y además llegará el día en que habrá que repintarlas con ES MARTÍ, o quien el Pueblo ordene…
El (antiguo) INE ordenó en 2022 a ES CLAUDIA deslindarse de las bardas. ES CLAUDIA respondió que ES CLAUDIA no tenía “ninguna vinculación ni directa ni indirecta con todo este tipo de propaganda”; dijo que habían sido “los ciudadanos” y, finalmente, denunció el “talante antidemocrático y conservador” del INE. Poco faltó para que apareciesen bardas diciendo “No ES CLAUDIA quien pinta esta barda de ES CLAUDIA”, etc.
Y además hay que agregar las bardas de los demás corcholatos… Pero no todo es malo, pues ya desde ahora están creando fuentes de trabajo. Ya podrían anunciar el Programa Rotulistas del Bienestar que le daría empleo a millones de pintadores y despintadores de bardas, desde ahora y hasta la victoria siempre...