El 2025 se perfila como un año decisivo para la industria del cannabis en Estados Unidos, marcando una evolución llena de desafíos y oportunidades con el nuevo gobierno. Desde los avances en la reprogramación federal hasta el creciente protagonismo de las políticas estatales, la industria enfrenta un entorno en transformación. Esta dinámica, sin duda, tendrá repercusiones en México, donde el panorama regulatorio y económico sigue entrelazado con los acontecimientos de su vecino del norte.

La reclasificación del cannabis a la Lista 3 del Acta de Sustancias Controladas en Estados Unidos parece ser inminente bajo la administración del presidente Donald Trump. Este movimiento aliviaría la carga fiscal de las empresas del sector al reducir el impacto de la Sección 280E del Código de Rentas Internas. Sin embargo, no aborda completamente los problemas de acceso al capital, lo que subraya la necesidad de reformas bancarias como la Ley Bancaria SAFE.

En México, esta evolución podría revitalizar el debate sobre la regulación del cannabis. Un cambio en el enfoque estadounidense podría inspirar avances en políticas de acceso financiero y regulación para una industria que aún opera en gran medida bajo la ilegalidad.

Con una desaceleración en el crecimiento orgánico, se espera que las fusiones y adquisiciones se conviertan en una estrategia clave para los operadores en Estados Unidos. Este movimiento no solo busca consolidar el mercado, sino también optimizar operaciones y mejorar márgenes en un sector caracterizado por la competencia feroz y la presión sobre los precios.

En México, donde aún no hay un mercado consolidado del cannabis, esta tendencia podría traducirse en inversiones estratégicas de empresas extranjeras. La estabilización del mercado estadounidense puede abrir oportunidades para que México se posicione como un socio comercial clave, especialmente en sectores como el cáñamo industrial y productos con bajo contenido de THC.

Los productos psicoactivos derivados del cáñamo, como los comestibles y bebidas con bajas dosis de THC, siguen siendo un área de interés y controversia en ambos países. Mientras Estados Unidos se debate sobre cómo cerrar las brechas regulatorias, México enfrenta un desafío similar: equilibrar el control de productos regulados con el crecimiento de un mercado emergente.

El verdadero motor del cambio en Estados Unidos radica en las iniciativas estatales. Desde la implementación del cannabis medicinal en Kentucky hasta los debates sobre el uso adulto en Pensilvania, los estados están marcando la pauta de la industria. Este enfoque descentralizado puede servir como ejemplo para México, donde las legislaciones locales podrían liderar el desarrollo de un mercado regulado en ausencia de una política federal clara; tal es el caso de algunos estados donde los pueblos originarios ya se encuentran sembrando cannabis de manera legal.

La industria del cannabis en México se encuentra en un momento crítico. Mientras Estados Unidos avanza con pasos graduales pero constantes hacia una mayor regulación y consolidación, México debe aprovechar la oportunidad para convertirse en un actor relevante en la cadena global de valor del cannabis. Esto implica avanzar en la legislación pendiente, garantizar un marco claro para el desarrollo de negocios, y fomentar la inversión local y extranjera.

El 2025 será un año de definiciones; la industria del cannabis en ambos lados de la frontera tendrá que adaptarse a cambios profundos. En México, la clave será encontrar un equilibrio entre las oportunidades económicas y los beneficios sociales, aprendiendo de los aciertos y errores del modelo estadounidense.

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