Durante mucho tiempo, las propiedades sedantes del cannabis envejecido fueron vistas como una creencia popular sin base científica. Sin embargo, recientes investigaciones han demostrado que esa percepción necesitaba una revisión profunda. Hoy, el cannabinol (CBN), un compuesto no psicoactivo derivado de la oxidación del THC, está surgiendo como una alternativa seria y prometedora para el tratamiento del insomnio.
Un estudio publicado en Neuropsychopharmacology, realizado por investigadores australianos, constituye el primer respaldo objetivo al papel del CBN como agente promotor del sueño. En modelos animales, este cannabinoide mostró un efecto significativo al mejorar tanto el sueño REM (relacionado con funciones cognitivas y emocionales) como el sueño NREM (clave para la recuperación física y la consolidación de la memoria). El impacto fue comparable al del Zolpidem, uno de los fármacos más prescritos para el insomnio, pero con una diferencia fundamental: el CBN no produce efectos psicoactivos ni alteraciones cognitivas.
Además, el equipo científico identificó un metabolito activo, 11-hidroxi-CBN, que mostró alta afinidad con regiones cerebrales vinculadas al sueño. Este hallazgo valida observaciones anecdóticas históricas y representa el primer análisis neurocientífico robusto que respalda el uso de derivados específicos del cannabis para tratar trastornos del sueño.
Actualmente se están desarrollando ensayos clínicos en humanos, particularmente en Australia, donde se estudia el efecto del CBN en personas con insomnio agudo mediante protocolos doble ciego y cruzados. En Estados Unidos, investigaciones reportan mejorías en la calidad del sueño tras administrar CBN combinado con CBD y terpenos, sin interferencia en el desempeño cognitivo durante el día.
Un ensayo clínico publicado en Health Science Reports documentó resultados positivos en adultos con insomnio leve, empleando una combinación de CBN (6 mg), CBD (10 mg), THC (3 mg) y terpenos, reforzando el potencial de formulaciones sinérgicas para el tratamiento personalizado del insomnio.
A pesar de los avances, los científicos advierten sobre la necesidad de una dosificación cuidadosa y una mayor profundidad clínica. Por ejemplo, en modelos animales se observó una fase bifásica, donde una ligera excitación inicial dio paso a un aumento profundo del sueño. También se identificó tolerancia tras administraciones repetidas, lo cual refuerza la necesidad de más estudios longitudinales y guías claras de uso.
En el contexto mexicano, estos avances adquieren una relevancia estratégica. Se estima que entre el 10% y el 30% de los adultos presentan insomnio en algún momento del año, lo que representa entre 12 y 36 millones de personas, según cifras de prevalencia comparables en América Latina. Al menos 6 a 9 millones de mexicanos podrían sufrir insomnio persistente.
Este problema no solo afecta la salud mental y física de la población, también tiene un impacto económico notable por la reducción en productividad y el aumento en el uso de medicamentos con potencial adictivo. A nivel de mercado, los productos para dormir sin receta (OTC) generan en México aproximadamente US$12.4 millones anuales y se espera que crezcan hasta US$13.7 millones hacia 2029. El mercado ampliado de suplementos y dispositivos relacionados con el sueño podría alcanzar los US$700 millones, de acuerdo con estimaciones del sector privado.
México, con su riqueza agroclimática, su tradición agrícola y su creciente capacidad científica, está en una posición privilegiada para capitalizar esta nueva vía terapéutica. El CBN representa una oportunidad no solo biomédica, sino también industrial. Su desarrollo abre la posibilidad de crear una cadena de valor agroindustrial completa, desde el cultivo hasta el diseño de medicamentos y suplementos para el tratamiento del insomnio.
En la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis (ANICANN), hemos insistido en la necesidad de un marco regulatorio integral, basado en evidencia científica, que permita aprovechar este tipo de avances. Es fundamental facilitar la investigación, impulsar incentivos para el desarrollo de productos cannabinoides y garantizar el acceso a terapias seguras para millones de pacientes.
El reconocimiento del CBN como un agente terapéutico válido derriba estigmas y ofrece una respuesta concreta a un problema de salud pública que afecta a millones de mexicanos. Además, sienta las bases para consolidar una industria nacional del cannabis que no solo sea económicamente viable, sino también socialmente responsable y científicamente sustentada.
La ciencia ha comenzado a confirmar lo que muchos ya intuían: el cannabis, y en particular el CBN, tiene un papel relevante que jugar en el tratamiento del insomnio. Pero esta no es solo una buena noticia para los pacientes. Es también una oportunidad para México. Apostar por el CBN no es un acto de fe, sino una decisión basada en datos, responsabilidad sanitaria y visión de desarrollo.
Si México se mueve con inteligencia, podemos liderar no solo en la producción de cannabis, sino también en el desarrollo de tratamientos innovadores que mejoren la calidad de vida de millones y generen riqueza desde el campo hasta el laboratorio.