La industria del cannabis, aún joven pero en constante evolución, enfrenta un nuevo obstáculo en 2025: la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a productos provenientes de China, incluidos componentes esenciales para la operación de empresas cannábicas. Este movimiento, encabezado por el presidente Donald Trump como parte de su estrategia electoral y económica, tiene profundas repercusiones tanto a nivel internacional como nacional. México, como vecino comercial y país con aspiraciones legítimas de liderar el mercado del cannabis en América Latina, no puede quedarse al margen.

El endurecimiento arancelario afecta, entre otros insumos, a equipos de iluminación, sistemas de cultivo hidropónico y componentes electrónicos clave para la producción automatizada. Sin embargo, los negocios cannábicos en Estados Unidos están respondiendo con estrategias mixtas: absorbiendo los costos, buscando proveedores en otros países o incluso trasladando partes de sus cadenas de suministro. Sin embargo, estas soluciones no son sostenibles a largo plazo ni viables para todos, especialmente para las pequeñas y medianas empresas.

En este contexto, nuestro país tiene una oportunidad histórica para posicionarse como una alternativa competitiva, ética y estratégica ante el vacío que podría dejar China en la cadena de suministro cannábica norteamericana. Tenemos capacidad industrial, talento técnico y, sobre todo, una ubicación geográfica privilegiada. Pero lo que nos falta es voluntad política y un marco regulatorio funcional que incentive la inversión, no que la ahuyente.

Si México avanzara con claridad hacia una legalización integral del cannabis y fomentara una política industrial enfocada en el desarrollo de proveedores locales, podríamos convertirnos en un socio clave para Estados Unidos. En lugar de ser un simple productor de materia prima, podríamos consolidarnos como un actor esencial en el diseño, fabricación y exportación de tecnología cannábica, desde luminarias LED hasta fertilizantes orgánicos certificados.

Además, no debemos perder de vista que el impacto de los aranceles no se limita al terreno económico. Este tipo de medidas también afecta la estabilidad de los precios, la planificación a largo plazo y la viabilidad de nuevos proyectos de innovación, especialmente en sectores donde los márgenes ya están presionados por la sobreoferta y una regulación incierta.

En el plano internacional, los aranceles también abren un espacio para nuevos jugadores. Países europeos, como Alemania o Países Bajos, están incrementando sus inversiones en infraestructura local para reducir su dependencia de terceros. Israel, con su avanzada tecnología agrícola, también podría beneficiarse. México, una vez más, corre el riesgo de llegar tarde a la fiesta.

La lección es clara: el cannabis ya no es solo un tema de salud pública o de libertades individuales; es una cuestión geopolítica, comercial y de soberanía económica. Si México no actúa con inteligencia y velocidad, otros ocuparán el lugar que podríamos haber reclamado con legitimidad y visión.

La forma en que la industria cannábica está respondiendo a los aranceles es un claro reflejo de su capacidad de adaptación y su creciente madurez. Las estrategias implementadas, desde la relocalización de centros de distribución hasta la optimización logística y la absorción temporal de costos, demuestran una profunda comprensión de las dinámicas del mercado global.

Los aranceles de Trump pueden parecer, a primera vista, un problema estadounidense. Pero para quienes ven el potencial del cannabis como un motor de desarrollo nacional, son también un llamado de atención. El momento de actuar es ahora.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios