La fallida estrategia de seguridad está destruyendo el futuro de México: nuestros jóvenes. Los recientes acontecimientos que se dieron en Lagos de Moreno, Jalisco, son sólo la punta del iceberg de una interminable cadena de horrores y pesadillas. Las desapariciones de quienes son el presente y el futuro de México son una vergüenza nacional. Desde Baja California hasta Quintana Roo, las páginas de la prensa están llenas de historias de jóvenes que desaparecen de la noche a la mañana.
Héctor de Mauleón dio cuenta, en este mismo diario, de la forma como se inició la tragedia: “Llegaron dos vehículos blancos a la explanada del barrio de San Miguel, en Lagos de Moreno. Eran una pick up y una camioneta cerrada. Las dos de color blanco. Bajaron más de diez hombres armados. Varios testigos lo vieron: los hombres fueron directamente a las gradas donde se hallaban sentados cinco jóvenes”. Esta forma de operar demuestra a todas luces la banalidad del mal, la forma desvergonzada y abierta con la que los criminales hacen de las suyas.
El hecho de que los jóvenes hayan sido levantados en un lugar público, a la vista de otras personas, da cuenta de la impunidad con la que hoy operan los grupos criminales por todo el país. El gradual repliegue del Estado mexicano de su tarea esencial de garantizar la seguridad de la población está teniendo consecuencias devastadoras en el tejido social. De acuerdo con la más reciente encuesta sobre inseguridad del INEGI a junio de 2023, el 62.3 por ciento de la población mayor de 18 años consideró inseguro vivir en su ciudad.
Al menos dos de cada tres personas viven con miedo en nuestro país, ante las graves omisiones de un Estado que, en lugar de perseguir criminales, hace uso de todos sus recursos para intimidar opositores, amenazar a la prensa libre e independiente y criminalizar a quienes se oponen al autoritarismo presidencial.
La respuesta presidencial ante la tragedia es indignante: muestra a todas luces a un mandatario que ha renunciado a ser jefe de Estado, para convertirse en un propagandista de sus ideas y delirios. La burla y la sorna con la que evadió responder a las preguntas sobre los jóvenes es una ofensa a deudos y a un país en el que madres buscadoras se afanan por encontrar a sus hijas e hijos desaparecidos.
Es ya imposible de desterrar del imaginario colectivo, la fotografía de la alcaldesa petista de Guaymas quien, en un acto público con madres buscadoras, en lugar de palabras de aliento o de anuncios esperanzadores, les ofreció palas para seguir buscando. El hecho de que este acto se diera en el marco del Día Internacional para Erradicar la Violencia Contra las Mujeres muestra a todas luces el cinismo y la crueldad de quienes son partidarios y defensores de este gobierno en el que la criminalidad está desbocada.
La justificación principal de los Estados modernos se basa en la garantía de la vida y la seguridad de las personas. Hoy en México vivir se ha convertido en un cruel juego de azar, en una película de horror. El miedo generalizado se extiende a la ciudadanía: miedo a salir de casa y no regresar, y miedo de las madres y padres de familia a darle permiso a sus hijas e hijos para asistir a lugares de diversión o citas, como en el caso de los jóvenes de Lagos de Moreno, para nunca más volver.
La desaparición de la Policía Federal y el desafortunado despliegue de la Guardia Nacional, en lugar de paz y seguridad, han traído al país violencia y muerte. Ante este desolador panorama no hay respuestas dignas de parte de un gobierno que en los discursos se dice humanista pero que en los hechos es el más inhumano que hayamos conocido.
Ante la aparición de fosas clandestinas y la desaparición de jóvenes las respuestas gubernamentales son crueles bromas o un terrible juego de echar culpas al pasado o de negar los hechos. El horror que México enfrenta tiene en este gobierno a su evidente responsable. Las cifras históricas de violencia hablan con elocuencia de lo que ya es evidente en este último tramo del sexenio: un fracaso total aunado a la incapacidad para reconocer errores, enmendar políticas y fortalecer instituciones. López Obrador ha logrado lo que nunca, ni en sus sueños más delirantes había pensado: convertir a México en un Estado fallido.
Gina Andrea Cruz Blackledge.
Senadora por Baja California.
Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte.
@GinaCruzBC