Así, con esa consigna falocéntrica, machista y francamente rupestre sin ningún ingenio, se subieron algunos diputados del oficialismo, el sábado pasado, a la tribuna del Congreso a gritar arengas nacionalistas contra el gobierno norteamericano, mientras cantaban el himno nacional, para dizque defender con fiereza neoliberal, el acuerdo comercial norteamericano que firmó en 1992, Carlos Salinas de Gortari.

Estos días hemos visto a la izquierda más promercado, pronorteamericana, proconsumo, de toda la historia de México. Festejan un periodo de gracia de un mes a la imposición de aranceles, esas barreras-tarifas-impuestos al intercambio de bienes o servicios, que ellos pidieron siempre desde Miguel De la Madrid. La hipocresía de Morena abreva del peor nacionalismo, ese que ve en Estados Unidos la fuente de agravios y resentimientos para engordar nuestra mediocridad; y nada mejor que mentarles la madre a los gringos para justificar nuestra impericia, incapacidad en mejorar la calidad de nuestros productos, elevar el nivel de nuestra educación, calificar mejor nuestra mano de obra, o en combatir con puntualidad y certeza al crimen. “Narcoestado” le dijo a México hasta el compinche zurdo español, Pablo Iglesias (24.04.17); y entonces, calladitos los acólitos de Marx que en su cuarta transformación parecen pajes de la Casa Blanca. Mientras a Salinas le condicionaron para firmar el TLC, crear una Comisión Nacional de Derechos Humanos, que llegó a elevar la voz y proteger a miles de migrantes, ahora a Sheinbaum le exigen y, solícita entrega, miles de soldados para que retiemblen en su centro la frontera, al sonoro rugir del cañón (yanqui).

Izquierdistas de opereta. Dijeron que protegerían el maíz originario del transgénico y ya están poniendo pretextos. ¡Sin maíz no hay país! (para Minsa y Altagracia Gómez). Claudia Sheinbaum protegió el acuerdo con Estados Unidos exclusivamente comercial, dinerario, con la famosa prórroga de un mes. ¿Y quién protege a los mexicanos en territorio estadounidense que son víctimas de las crueles redadas en Los Ángeles? ¿Quién protege a los mexicanos que “a salto de mata” van a un Wal-Mart a Chicago a cambiar su cheque, mandar su dinero a México, y comprar para comer? Quedó protegido un mes el Consejo Coordinador Empresarial, ¿y los trabajadores temporales, sujetos a deportaciones? Quedó protegida la tarjeta bancaria para los viáticos y el shopping del genuflexo de Francisco Cervantes y pueda cómodamente seguir cruzando la frontera, ¿y los michoacanos, oaxaqueños o zacatecanos “sin papeles”, qué? ¿Humanismo científico empresarial, neoliberal?

“Si hay un país que haya tenido, tenga y tendrá la necesidad de estudiar a Estados Unidos, ese país es México —escribió Daniel Cossío Villegas—. Sin embargo, uno de los rasgos más desconcertantes del mexicano es el olímpico desdén intelectual que siente por Estados Unidos, al cual envidia en secreto, al tiempo que le echa la culpa de todos sus males y al que nunca ha tratado de entender”. El gobierno de Trump será la nueva coartada para atrapar incautos, presas fáciles de un antinorteamericanismo primitivo y elemental. La nación mexicana se extiende más allá de nuestras fronteras territoriales y exige diplomacia profesional, útil; ni bravatas, ni lambisconerías. Tutela efectiva a mexicanos.

¿La convocatoria a la unidad nacional es contra ese nuevo Hernán Cortés, y formarnos tras la petulancia del vulgar “Trump: a México se la pelas”? Jactancia de la nada. Ignorancia de la historia. ¿A dónde se dirigía el cura Hidalgo cuando lo atraparon? ¿En dónde se refugiaron Benito Juárez, Ricardo Flores Magón y Francisco I. Madero, cuando los persiguieron? ¿A quién le pidió crédito Zedillo para salvar la crisis de 1994? ¿A quién le vendemos coches, sol, playa, aguacates? ¿Dónde estudió la presidenta Claudia Sheinbaum? Bueno, hasta del fundador de Estados Unidos, Alexander Hamilton y la Constitución norteamericana de 1787, copiamos nuestro fuerte sistema presidencialista y los llamados a la unidad en defensa de la Nación. A Hamilton lo mató, en un duelo, otro padre fundador de los Estados Unidos. La Presidenta haría bien en llamar primero a la unidad a sus huestes, capaces de retarse en la calle —como Burr y Hamilton— para gritarse, unos a otros la nueva y culta proclama morenista: “Me la pelas”.

Diputado federal

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios