¿A quién va a perdonar AMLO, en los últimos días de su mandato? Recientemente —apenas se publicó en junio pasado—, su séquito de diputados y senadores le otorgaron poder “exclusivo” para conmutar y olvidar penas y procesos penales en casos “relevantes para el Estado mexicano”. Confundieron deliberadamente indulto con amnistía, para socorrer a personas singularmente identificadas. Luego entonces, ¿quién será el beneficiario de esas medidas? Nada importa lo que digan o supliquen las víctimas, lo importante es extender la impunidad. ¿Quién será el destinatario de la misericordia presidencial? Como un emperador romano en el Coliseo, el pulgar tabasqueño, en todo lo alto, podrá salvar vida y fechorías de cualquiera. Así lo hicieron Tiberio, Calígula, Claudio o Nerón después de asesinar la República.

“Sobre la clemencia” escribió Séneca un tratado, destinado a su alumno Nerón. Sí. El mismo Nerón que hizo un “sexenio dorado” y comenzó su reinado observando las viejas tradiciones, respetando e incluso venerando a los senadores, “comprometiéndose a no intervenir en el ámbito judicial, y acabar con la corrupción de favoritos”, según estudios de la Universidad de Salamanca. Poco a poco, Nerón fue creciendo y su época áurea degeneró, desplazó a quienes fueron sus apoyos, incluso mandó asesinar a su madre, Agripina, mientras el descontento en las provincias aumentaba.

Séneca hizo todo un programa político del despotismo de su jefe supremo. “Sobre la clemencia” era un espejo para el monarca, dechado de virtudes sobrehumanas que derrama bienestar, con esa fuerza imperial, sobre sus súbditos, con sus favoritos, enviados, consejeros y cortesanos, una suerte de antiguos “siervos-de-la-nación-sí-señor-presidente”.

Nerón intentó gobernar con un nuevo estilo, opuesto a las viejas formas romanas, con una transformación cultural más estilo griego, impulsando, juegos, teatro, arquitectura, poesía y música. La gente lo apoyó desaforadamente. Pero al final debilitó el poder de las instituciones romanas y los lazos con los territorios fuera de Roma. Pronto los enormes gastos de la reforma cultural-populista neroniana pasaron la factura. Se agotaron las reservas. Aumentó impuestos, confiscó bienes, amplió las penas. “Piensan los ignorantes que la severidad es contraria a la clemencia”, escribió Séneca. (OC. Aguilar. p. 257). La historia acabó mal: devaluado el denario, conjuras, levantamientos, malestar en el ejército por las obras faraónicas y las imposiciones. Séneca fue condenado a muerte y se suicidó.

Le quedan 12 días al Presidente para perdonar. ¿A quién? Además de los 422 mexicanos y 34 extranjeros que informó al Senado. Faltan aquellos delincuentes que consoliden su paso a la historia tranquilo, sin los sobresaltos de Nerón. ¿Por ejemplo? 1.- Los militares involucrados en el caso Ayotzinapa. 2.- Los mandos que lo obedecieron y obedecen en el disimulo de Sinaloa, entre ellos le urge una amnistía robusta al gobernador. 3.- Los asesinos de la línea 12 del Metro. 4. Hugo López-Gatell. 5.- Israel Vallarta, presunto secuestrador. 6.- Mario Aburto, asesino de Luis Donaldo Colosio. 7.- Varios defraudadores fiscales, factureros o los nuevos líderes sindicales del charrismo guinda. Segalmex. Proveedores del Tren Maya, y por supuesto, Manuel Bartlett.

Ahora que pensándolo bien, ¿no serán los Yunes los destinatarios de esa clemencia, después de prenderle fuego al Senado, quemar jueces e incendiar el país? Desde Nerón: amor con amor se paga. El fuego vive, la lucha sigue.

Diputado

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