Acababa de mandar a la oposición a ir desde el Senado, “de rodillas a la Basílica” de Guadalupe, para ver si se les hace milagro. ¿Cuál milagro? El que anuncia el secretario de Seguridad, García Harfuch: investigar a todos los criminales y ladrones de México, con “Cero tolerancia”, ¿incluido el “hermano” de Andrés Manuel López Obrador, y paisano tabasqueño, Adán Agusto López Hernández? Veremos.
Es un hecho milagroso la captura de Hernán Bermúdez Requena en Paraguay; el exsecretario de Seguridad del gobernador Adán Augusto. El desafío lleno de soberbia de mandar al Tepeyac a quienes reclaman la impunidad, le puede salir muy caro. Una dosis de humildad y vergüenza frente al delito no le caería mal a Morena. El Tepeyac sí puede llegar a “La Chingada”. Pues la peregrinación ya empezó, va en Calzada de los Misterios, la calle que precisamente, une al Paseo de la Reforma con el Santuario de Guadalupe. Calle que conectaba el centro de Tenochtitlán, donde los jueces constitucionales invocaron al dios Quetzalcóatl, con la ribera norteña del lago en tierra firme, en aquellos tiempos prehispánicos. Camina por “Misterios”. Misterios gozosos para unos, dolorosos para otros.
Burlarse de la oposición es fácil, gobernar para todos es lo que otorga estatura. ¿Qué van a decir Morena, ahora, de Genero García Luna; Hernán Bermúdez no es el García Luna de Adán Augusto? ¿Qué vigilaban a las seis de la mañana, como ordenaba AMLO, el gabinete de seguridad, si en esas reuniones tenía asiento el líder de una organización criminal? ¿Qué hará el gobierno de Javier May; complicidad o también Cero Tolerancia? ¿José Ramiro López Obrador, secretario de Gobierno, aclarará ante un juez y a la opinión pública, qué es “la pudrición” (sic) a la que se refirió en julio pasado? Duelo entre hermanos de AMLO. ¿El hermano verdadero acusará al “hermano fake”? ¿Fratricidio político o todo quedará en familia? ¿Dónde quedó la “moralización” de la vida pública? ¿Seguirán con el cuento de la “honestidad valiente”? ¿Se limpiarán el trasero con la “Cartilla Moral” de Alfonso Reyes, que tanto cacaraqueaba López Obrador, cuando su tierra estaba anegada de podredumbre (José Ramiro dixit) y su gobierno se sumergía en las miasmas de la inseguridad y corrupción?
Adán Augusto debería hacer un acto de contrición -sin ir de rodillas a la Basílica-, pedir perdón, renunciar al Senado de la República y contarle la verdad al juez (que esperemos no sea de acordeón y consigna) y también a la opinión pública. Es hora de ver “que no somos lo mismo”. Tiene una última oportunidad. Ojalá la “Cero Tolerancia” del segundo piso de la cuarta transformación no quede como las palabras de AMLO del primer piso: “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”. “El escudo protector es la honestidad”. Y que se contrataban “90% honestidad y 10% experiencia”. La verdad es que algunos resultaron más lagartos que pejes.
Ahora que los rituales religiosos se dan a plena luz del día, y el Estado laico vuela por los aires en el mismo Zócalo de la Ciudad de México, y por los jueces constitucionales; pues debemos insistirle a Adán Augusto que nos mandó desde la arrogancia a un acto religioso: una peregrinación. Pues ya empezó y la virgencita es milagrosa. No vaya a agregar a sus enjuagues un jacobinismo antirreligioso. Muchos recordamos que su otro paisano tabasqueño, Tomás Garrido Canabal, era un perseguidor de los católicos y admiraba o adoraba a Luzbel (tenía derecho); pero incluso, ordenó una balacera contra ellos en Coyoacán, allá por los años treinta (no tenía derecho).
Adán Augusto debe saber que existen mexicanos que creen en la justicia terrenal y en la divina. Y debería encomendarse a San Martín de Porres, el fraile peruano, milagroso, que tiene una escoba en la mano, para barrer las escaleras, que según AMLO, se barren de arriba para abajo. ¿O cómo era eso de la barredora?
Diputado federal