Penoso, triste, frustrante que en esta Selección Nacional no exista un mediocampista mexicano (nacido en México) que impida la llegada de un naturalizado.
Qué decepción la forma en la cual será desplazado, porque no tiene ni calidad, ni tamaños, ni empuje, mucho menos liderazgo, para defender su espacio y aguantar el peso de la playera.
Un horror que los evidencien y manden directo a calentar la banca, a la espera de entrar —por lo menos— unos minutos para ver si pueden aportar algo, o mínimo le estorban al rival para que no haga más daño.
El propio futbolista mexicano, nacido en México, sepultó la confianza del entrenador nacional.
El anuncio de la inminente convocatoria del español Álvaro Fidalgo a la Selección Mexicana para el Mundial 2026 despedaza las cualidades, la casta del jugador mexicano nacido en nuestro país.
Ya sea porque se lo impongan o porque realmente lo quiere en el grupo, el mensaje de Javier Aguirre es claro: No me sirve lo que tengo, lo que he visto, lo que he probado; la materia prima es mala.
Así le abren las puertas de la Selección a otro naturalizado que muchos venden otra vez como el crack que va a llevar al equipo a la conquista de la Copa del Mundo. No les crean, no va a suceder.
Fidalgo no se pondrá la playera de México por amor a la patria, no.
Aceptó jugar con la Selección porque en su país de origen nunca lo iban a convocar, está lejos del nivel que exige España.
Aquí es figura; allá, es un futbolista de tercera categoría.
El asturiano cambió el discurso de no querer jugar para México, al de aceptar el llamado del Vasco.
Recuerda que no es por amor a la patria, es por interés y conveniencia, lo que hace el americanista.
No tengo nada contra los naturalizados, defiendo al mexicano nacido en este país.
@elmagazo

