La encuesta publicada el martes pasado por El Universal, relacionada con las recientes afirmaciones del Presidente López Obrador respecto a las clases medias mexicanas, me hicieron recordar que en la década de los años 70 y como consecuencia seguramente de los movimientos médico y estudiantiles de 1965 y 1968, respectivamente, se publicaron varios textos rigurosos e importantes sobre el tema. En mayo de 1975, incluso, se llevó a cabo en San Luis Potosí el “Primer encuentro nacional sobre las clases medias mexicanas” convocado por la CNOP, sector del PRI, encargado de este sector.

El desafío de la clase media es el título de un importante libro de Francisco López Cámara, publicado en 1971, cuando aún no se reponía la sociedad mexicana de los acontecimientos de 1968, uno de los momentos estelares de esa clase media en el mundo. En él describe con precisión las circunstancias históricas en que ellas se encontraban en México, a cincuenta años de iniciada la Revolución Mexicana.

A esta publicación le habrían de seguir en 1974, Mitos y fantasías de la clase media en México, de Gabriel Careaga, que, como lo anuncia su título, explora el universo imaginario en que vivía en esos años ese estrato social. Esta obra habría de completarse con el retrato sociológico de un joven estudiante de la entonces Escuela de Contaduría de la UNAM: Biografía de un joven de clase media, libro polémico por una supuesta falta de rigor, según algunos colegas, de grandes pretensiones, por algunos comentarios irónicos del autor sobre los personajes retratados.

Estas obras marcaron el inicio de una serie de estudios y reflexiones sobre el tema, que fueron tratados desde diversas perspectivas en otras investigaciones y en artículos en revistas especializadas, ponencias y participaciones en congresos y reuniones científicas. De estos últimos, cabe destacar por su rigor y originalidad: Las clases medias mexicanas después de 1940, de Soledad Loaeza, 1986.

Hay que decir que esta preocupación académica-intelectual de la época, estuvo acompañada de una inquietud política por parte del régimen príista, que sin comprender lo que había detrás de los acontecimientos del 68, más allá de los simplismos de las conjuras y conspiraciones externas, se cuestionaban: ¿por qué los jóvenes integrantes de uno de los sectores más favorecidos por los logros de la Revolución Mexicana estaba descontentos? Hay que recordar que previo al 68, tuvo lugar el movimiento de los médicos de 1965, otro sector clasemediero por definición.

Así, a través de la CNOP la informe organización que, al lado de la CNC, representante del sector campesino, y de la CTM, del sector obrero, respectivamente, formaban la tríada sobre la cual se sostenía el PRI, se dio a la tarea de reconquistar la simpatía de las clases medias.

Así, en el “Encuentro nacional sobre las clases medias mexicanas” llevado a cabo en San Luis Potosí en 1975, al que acudieron académicos y políticos, la preocupación quedó evidenciada con la presencia en la ceremonia inaugural del entonces presidente del PRI: Jesús Reyes Heroles, singular ejemplo del político-intelectual, quien pronunció un importante discurso, en el que hizo claro el objetivo de esta convocatoria al señalar que: “en un mundo en que hay carestía… e incertidumbre… el fascismo… acecha por igual a las capas inferiores de las clases medias con ingresos proletarios y nostalgias del pasado y a las clases medias altas, que se desesperan ante las barreras que les impiden su ascenso”, por lo que “resulta fácil exasperar a estas clases… que carecen de organizaciones adecuadas para defender sus intereses…”, por lo que propone organizarlas para “desenterrar de ellas el espíritu individualista…”

La encuesta de El Universal en donde el 60.8% de los encuestados se autodefinen como clases medias confirma lo que ya había ocupado algún titular de la prensa al respecto de ese encuentro: “el carácter amorfo de éstas, que sintetizaba un encabezado de prensa: “…las clases medias son gelatinosas”, por tanto veleidosas en sus convicciones políticas, por lo que ciertamente pueden ser seducidas por intereses políticos y líderes populistas de cualquier signo ideológico.

Todos esos análisis de ayer y de hoy parecen confirmar, con el tiempo y la experiencia vivida, la afirmación del sociólogo norteamericano Wright Mills, en su libro clásico sobre el tema: White collar, Las clases medias en norteamérica, en donde concluye que ”a corto plazo seguirán los caminos del prestigio, a la larga, perseguirán los del poder… porque al final el prestigio está determinado por el poder. Entre tanto, en el mercado político… las nuevas clases medias están a la venta, cualquiera que parezca respetable y bastante fuerte podrá, probablemente, quedarse con ellas. Hasta ahora nadie ha hecho una oferta seria”.

Esta afirmación de Mills para los Estados Unidos en 1951 es válida en cualquier sociedad moderna del siglo XX y hasta hoy. Para México habrá que sacar lecciones para comprender por qué las clases medias que colocan en el poder a un grupo, más tarde se vuelven su principal crítico.

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