Después de hacer mutis durante varios meses por motivos de salud y enfrentando las dificultades normales que se presentan al retomar cualquier actividad, hoy se me presenta la diversidad de temas cuya importancia requiere de la atención de cualquiera que desee hacerse presente en la conversación política contemporánea.
Desde el encuentro en una carretera de Sonora de los cadáveres de tres niñas de entre 6 y 10 años abrazadas, tratando vanamente de proteger a la más pequeña, hasta los bestiales y salvajes bombardeos de Kiev y de la Franja de Gaza por los gobiernos ruso e israelí, respetivamente, con las más avanzadas armas que ha producido la seudocivilización humana.
¿A qué darle prioridad? ¿A lo que nos duele porque sucede en nuestro país, a cientos de kilómetros, donde aparecen tres niñas abrazadas, asesinadas por el narco, o a lo que sucede a miles de kilómetros, en donde son víctimas no solo tres niñas sino cientos de niños y niñas, hijos de otras culturas, pero igualmente inocentes y ajenos a los conflictos de los que los adultos, sus mayores, sus padres posiblemente, quizás tampoco son responsables, tampoco están involucrados directamente en el conflicto, pero los han convidado?
¿O hablar del intríngulis político nacional que se supone vive hoy un momento Definitorio: su “Cuarta transformación”? ¿O mantenerse ajeno a este momento de la historia conformándonos con ser parte de la generación del 68 y haber vivido el 2 de octubre de en Tlatelolco?
Aunque es difícil mantenerse callado o ajeno ante tanta locura, caprichos o extravagancias que exponen al mundo a una guerra mundial económica o militar, pero Igualmente destructiva, gracias a la frivolidad y la irresponsabilidad de los líderes mundiales con los que nos ha tocado coexistir y que libran una batalla inútil contra un fenómeno global irreversible: la migración, y hacen caso omiso del más grave: el cambio climático.
A cierta edad uno ya debió haber aprendido que si bien cualquier momento puede ser histórico también puede ser prescindible y vacuo.
Como individuos, ya sabemos que los momentos claves de la vida solo son tres o cuatro, cuando mucho: cuando nacemos, cuando nos enamoramos (por aquello de la reproducción), cuando nos morimos y el que cada uno quiera añadir para su mayor autocompasión o vanidad.
En fin, ya la misma historia nos irá señalando los momentos relevantes y sus porqués, no somos nosotros quienes los decretamos y mientras tanto habrá que seguir viviendo la historia desde nuestro modesto palco existencial. Tampoco a los 80 años se puede correr tanto como para adelantar los tiempos.
Gerardo Estrada R.