La Isla de Cozumel está herida. Y no por un fenómeno natural, sino por decisiones humanas que amenazan con destruir uno de los ecosistemas más valiosos del planeta. Hoy, desde Sélvame del Tren, nos sumamos e impulsamos el movimiento Sélvame del Cuarto Muelle, nos unimos a la voz de miles que exigimos frenar la construcción del cuarto muelle de cruceros en la isla. Esta obra, que pretende levantarse sobre el arrecife Villa Blanca, es una agresión directa al corazón del Caribe mexicano.
Solo el 1% del océano tiene arrecifes de corales, pero albergan el 25% de la biodiversidad marina. Son las selvas del mar. Y los arrecifes de Cozumel son la segunda barrera de coral más grande del planeta. Sin embargo, hoy esta joya natural está bajo amenaza doble: el cambio climático y la codicia.
En 2023, investigadores del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM alertaron sobre una “muerte masiva de corales en México”, atribuida principalmente al aumento de la temperatura del agua, exacerbado por eventos como El Niño. A esto se suma un enemigo silencioso: la construcción de megaproyectos.
Los arrecifes son más que un bellísimo escenario. Son escudos naturales que protegen nuestras costas de huracanes y tormentas –65% de la población de Cozumel es menos vulnerable a inundaciones y eventos climáticos debido a la presencia de arrecifes y manglares–. Son hogar y fuente de alimento de miles de especies marinas, muchas de las cuales sostienen la pesca local. Y también son pulmones del océano: absorben y almacenan dióxido de carbono, ayudando a regular el clima del planeta.
Construir un muelle sobre el arrecife Villa Blanca –una pared arrecifal de 800 metros y praderas marinas con al menos 36 especies en peligro de extinción– es un ecocidio. Se trata de 150 pilotes de concreto clavados en un ecosistema vivo que ha resistido siglos, pero que en apenas tres décadas ha perdido 50% de su estructura en Cozumel.
Entre 2022 y 2024, el estado de salud del arrecife pasó de “bueno” a “regular”, según datos de Coral Reef Alliance. ¿Qué más tiene que pasar para entender que no hay desarrollo posible si destruimos lo que nos da vida?
Desde 2017, gracias al Cozumel Coral Reef Restoration Program, liderado por el Dr. Germán Méndez, se han colocado 29 plataformas de restauración y plantado más de 10,000 fragmentos de coral.[1] ¿Vamos a dinamitar este esfuerzo en nombre de un supuesto progreso que no deja riqueza real en la isla?
Hay quienes aseguran que Cozumel necesita este cuarto muelle para crecer económicamente. Nada más alejado de la verdad.
Durante 2024, Cozumel recibió más de 4.5 millones de cruceristas, generando una derrama económica de 724 millones de dólares, es decir, unos 160.8 dólares por visitante. Pero este promedio es engañoso. La mayoría de los cruceristas pasan apenas unas horas en la isla, consumen servicios masivos, y muchas veces sus gastos se quedan dentro del barco o en tiendas internacionales.
En contraste, el turista de pernocta –ese que duerme, come, explora y se conecta con la comunidad local– gastó en promedio 899 dólares por estancia. Y aunque fueron menos en número (1,011,916 personas), generaron una derrama económica mayor: 909.7 millones de pesos, frente a los 188.5 millones de los cruceristas. Cozumel no necesita más turistas de paso: necesita viajeros conscientes, que respeten y valoren los tesoros naturales.
A pesar de que las tres terminales actuales (Puerta Maya, Muelle Internacional SSA y Punta Langosta) tienen siete posiciones de atraque y una ocupación promedio de apenas 55%, se insiste en construir una cuarta terminal. ¿Con qué justificación? ¿Qué interés se antepone al sentido común, a la ciencia y al futuro?
En 2022, la empresa Muelles del Caribe obtuvo la concesión para construir el nuevo muelle justo sobre el arrecife Villa Blanca. Desde entonces, la resistencia social no ha cesado. La comunidad científica, organizaciones ambientales, hoteleros y ciudadanos nos hemos unido para proteger esta zona única. Esta lucha no es solo de Cozumel: es un llamado nacional e internacional por la vida.
El valor ecológico del arrecife es incalculable, pero también tiene cifras contundentes: mantenerlo saludable representa un beneficio de 5,493 millones de pesos al año. Si sigue su degradación, se estima que al menos 12% de los turistas dejarán de visitar la isla, con una pérdida económica de más de 1,500 millones de pesos anuales.
No podemos hipotecar el futuro por una obra innecesaria y destructiva. La SEMARNAT ha informado que el proyecto está en revisión debido a su impacto ambiental. Esta es una oportunidad histórica para tomar una decisión valiente y ejemplar: frenar el ecocidio antes de que sea irreversible.
No estamos en contra del desarrollo. Estamos a favor de un desarrollo con límites, con ética, con conciencia ambiental. Urge conocer la capacidad real de carga de la isla, sus límites hídricos, sus umbrales ecológicos. Urge regular el turismo, mejorar la infraestructura existente, y sobre todo, defender los derechos de la naturaleza.
Desde Sélvame del Tren y Sélvame del Cuarto Muelle, nos unimos al Colectivo Ciudadano Isla Cozumel, encabezado por Rodrigo Huesca, a Coral Reef Restoration, al Cozumel Coral Conservatory, a la Asociación de Hoteles de Cozumel, liderada por Beatriz Tinajero, y a los miles de ciudadanos que entienden que la verdadera riqueza de esta isla no está en los muelles, sino bajo el mar.
Hago un llamado a los turistas del mundo: vengan a ver, a sentir, a aprender. Atrévanse a ponerse un visor y descubrir el milagro submarino que aún resiste y que contribuye a nuestra existencia. Pregúntense si quieren ser parte de su destrucción o de su protección.
Hago también un llamado al gobierno federal, a la SEMARNAT, a quienes toman decisiones: ¡escuchen a la ciencia! Escuchen a la comunidad. Escuchen a la naturaleza. No traicionen el discurso ambientalista que han promovido.
Los arrecifes no pueden defenderse solos. Pero sí pueden hacerlo millones de voces informadas, sensibles y comprometidas.
Cozumel no necesita otro muelle. Necesita justicia ambiental y tiempo para sanar, y todo México también.
Continuará… la historia de defensa por la biodiversidad de México.