En su última “Mañanera”, el expresidente López Obrador mostró un balance de su sexenio mediante 52 gráficas (bit.ly/3ZR8HlR). El documento presenta un panorama positivo de la economía, de cuestiones sociales y de seguridad de su periodo. Hay temas que no están considerados (la evolución de la educación, la salud y el sector productivo) y, aun dejando de lado el efecto de la pandemia y la estacionalidad, es tal vez necesario profundizar más o matizar las conclusiones sobre los temas incluidos.
El empleo es un ejemplo. Se incluyen tres gráficas provenientes de registros del IMSS y de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI. La gráfica del IMSS incluye la idea de que se obtuvo un “record histórico” de empleo formal en el sector privado de 22.5 millones de empleos, 2.4 más que en 2018, es decir, creció en 9.4% entre 2018 y 2024 (de hecho, no consignado en la gráfica, los afiliados permanentes crecen un poco más rápido que los eventuales), lo que se compara favorablemente con el crecimiento sexenal de la población proyectado por CONAPO de 5% y va a contrapelo del crecimiento de 4.5% del PIB. Con tan bajo crecimiento del PIB (que además devela fuertes problemas de crecimiento de la productividad del trabajo y del producto por persona), el aumento del empleo formal solo puede explicarse por una caída de la informalidad.
En el caso de la ENOE, el documento del expresidente muestra las caídas de la tasa de desempleo (de entre 0.3 y 0.6 puntos porcentuales, empezando en 3.3% en noviembre de 2018 y finalizando en julio de 2024) y de la tasa de informalidad laboral (de 2.5 puntos porcentuales a partir de 57%). Sin embargo, la otra medida de la informalidad (la tasa de ocupación en el sector informal de la ENOE, no incluida en el documento) no presenta la misma tendencia a caer (se mantuvo en más del 27% en el sexenio). La informalidad sigue siendo muy alta en México en términos de la vulnerabilidad laboral de los trabajadores y de que la actividad laboral no puede separarse del hogar del trabajador.
La tasa de desempleo es un indicador limitado, pues clasifica como empleados a quienes “en la semana de referencia realizaron alguna actividad económica durante al menos una hora”. El INEGI considera tasas complementarias que miden las condiciones de empleo y desempleo con más precisión. Mientras la “tasa de presión general” (población desempleada y ocupada que busca trabajo) presenta una tendencia a la baja (disminuyó 0.3 puntos porcentuales comenzando en 6.2 % en noviembre de 2018 y hasta julio de 2024), la tasa de subocupación (población ocupada que tiene necesidad y disponibilidad de trabajar más) aumentó 1.2 puntos porcentuales desde un valor inicial de 6.8% y la tasa de ocupación parcial y desocupación (los desocupados más los ocupados que trabajan menos de 15 horas) termina en julio de 2024 al mismo nivel que el inicio del sexenio (9.4%). Así, junto a una informalidad del empleo elevada y persistente, en un país sin un seguro de desempleo, también siguen perdurando formas de empleo que solo permiten una subsistencia precaria, con pocas horas de trabajo, con una alta vulnerabilidad y desde luego sin ninguna prestación.
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, e integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social, CACEPS caceps@gmail.com