En la médula del Estado mexicano habita la corrupción. La sumatoria es inequívoca. Los cárteles del crimen organizado dominan territorios. Se dice que suman más del 30 por ciento y siguen creciendo. Probablemente su extensión es mayor, si agregamos los tentáculos del cártel del huachicol fiscal organizado desde las cúpulas del gobierno. Según ha reportado este diario han llegado buques al por mayor atracando en al menos ocho puertos (la mitad de los puertos de altura) para descargar millones y millones de litros de combustibles que no pagan impuestos. Al menos 555 empresas creadas o asociadas para el efecto que incluyen ferroviarias, distribuidoras y una organización delictiva enclavada en la Marina y las aduanas que llega a la cúspide del poder político. Hasta el momento las investigaciones oficiales permiten entrever la existencia de una verdadera corporación o corporativo delincuencial prohijado y protegido desde altas esferas del gobierno. Y eso es solo lo que se ha documentado. No podemos sino conjeturar que puede ser más lo que desconocemos que lo que se ha dado a conocer. Como de costumbre, la maquinaria de ocultamiento se ha puesto en marcha con la complacencia de las autoridades.
El involucramiento de altos oficiales en la red de tráfico ilegal de combustibles supuestamente “no encontró lugar ni abrigo” según dijo -haciendo patria- el secretario de Marina el 16 de septiembre. ¿De veras? ¿Cómo confiar en ellos si los mismos que deben ser vigilados son los que vigilan? ¿Acaso los caídos, entre los que hay varios “suicidados”, no son los chivos expiatorios de un descomunal sistema de corrupción montado con el petróleo de México que se va crudo y regresa refinado? Las preguntas son infinitas y las respuestas de la autoridad dudosas y escasas. EL UNIVERSAL (16/09/25) recogió declaraciones del general retirado Eduardo León Trauwitz, exjefe de seguridad de Pemex que espera en Canadá un juicio de extradición, en las que expone su versión sobre la formación y operación de la red del huachicol fiscal. Señala “me confirman que desde hace seis años está este robo masivo y volumétrico en los barcos. Lamentablemente está institucionalizado y lo que estamos viendo ahorita es solo la punta del iceberg” (sic). El crudo robado a Pemex se llevaba a Estados Unidos para ser refinado y regresaba como contrabando para ser distribuido. El general retirado acusa al exdirector de Pemex de ordenar la operación y a trabajadores y directivos de la empresa de estar involucrados. Agrega que el epicentro de la operación fue y es Tabasco, donde también se ha encontrado la base del cártel La Barredora, cuya presunta cabeza (Hernán Bermúdez) es expulsado de Paraguay. El escándalo ha salpicado al exgobernador y hoy coordinador de Morena en el Senado y al expresidente y su familia por las sospechas o testimonios y trascendidos que señalan su involucramiento.
Ni la red criminal ni sus consecuencias posibles parecen tener confines claros. Por ahora, el enorme bache abierto en el segundo piso de la transformación ya penetra hasta el primer piso, origen de los recursos usados por la 4T para afianzarse y mantenerse indefinidamente en el poder. Ahora se entiende mejor la obstinación con que los gobiernos anterior y actual se han negado a proporcionar información pública sobre casi todo el quehacer del gobierno. También se puede entender la lógica de la desaparición de los órganos autónomos creados en el pasado para garantizar transparencia y regulación de la actividad gubernamental. Peor aún, se entiende sin ambigüedades la destrucción del Poder Judicial independiente y la sustitución por uno controlado que juzgará convenientemente si acaso las infames carpetas de investigación de la fiscalía general de la República llegan a encausar a los presuntos responsables. Destruida la confianza solo nos queda la sospecha. Se trata del enriquecimiento de una élite que tiene en el dinero mal habido su seguro de predominio político. El blindaje del fraude se desmoronó, pero intenta maromas protectoras que exhiben la calidad moral y política de la “transformación”.
Investigador del IIS-UNAM @pacovaldesu