Ya concluyó la gran elección histórica del 6 de junio, que a algunos dejó “felices-felices”, aunque de “dientes para afuera”, a otros no tanto. Todos estaremos de acuerdo que tuvo importantes consecuencias: una dramática recomposición del mapa político del país, el geográfico y el legislativo. Deja enseñanzas significativas. La pregunta es, ¿y ahora qué sigue?... Se inicia la segunda mitad del gobierno del Presidente López Obrador y la azarosa e incierta marcha hacia las elecciones del 2024. ¿Cuál es la inmediata secuela y cuáles las pistas a seguir?

1º El Presidente ha definido los contenidos pendientes de la 4T

. En primer lugar, aprovechar la mayoría simple en la Cámara de Diputados para controlar el Presupuesto, así apoyar la continuación de sus programas básicos para el bienestar social, especialmente adultos mayores, las becas para jóvenes, sembrando vidas y también proteger la conclusión de sus proyectos emblemáticos: Dos Bocas, el tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles.

También definió las 3 reformas que quiere emprender: la militarización formal de la Guardia Nacional, que sólo significa volver a cambiar de uniformes a los efectivos que la integran, pero sin ninguna estrategia de seguridad, salvo “dejar hacer, dejar pasar”. La peligrosa reforma electoral, intentando trastocar a una Institución, como el INE, que sale tan legitimada ante la opinión pública, por su ejemplar organización, imparcialidad y eficacia. Eliminar los legisladores plurinominales, fruto de la inteligente reforma de Reyes Heroles, que dio expresión a la pluralidad política y creó necesarios contrapesos en el Congreso, con el mezquino objetivo de aumentar la participación de curules de Morena y, otro pedazo de la reforma eléctrica, para encarecer y obstaculizar la inversión privada en un sector encaminado a insuficiencias y apagones endémicos. Es evidente que la 4T no presenta cambios importantes, lo cual es un alivio, pero sigue adoleciendo de falta de contenido y, la incapacidad de rectificar y actuar ante los grandes problemas y retos que enfrenta el país, que quedarán sin resolverse.

2º Reconoce importantes derrotas políticas y, como cualquier gobierno, corrige y rectifica.

Frente a su gran derrota en la Ciudad de México, su gran baluarte, arremete en una ofensiva, insensata y equivocada, tomando como “chivo” expiatorio a esa “clase media indefinida”, “aspiracionistas”, pero sí conformada por grupos muy sufridos con nombre y apellido: burocracia federal, castigada en sueldo y empleo; los intelectuales ofendidos y desprovistos de recursos; las miles de Pymes quebradas y, los trabajadores formales e informales sin empleo, abandonados con insuficientes apoyos; a la amplia población sin medicinas; ¡en suma, los ciudadanos que analizan y se informan!

3º Su estrategia de control de daños, particularmente en la CDMX, frente a la tremenda tragedia de la línea 12 del metro.

Ello significa la curiosa decisión de relevar de toda injerencia a la Sra. Sheinbaum y asumir el propio Presidente la responsabilidad de la comunicación sobre el tema y la obligación de rehabilitarlo en un año, involucrando para ello al Ing. Slim, cuya constructora fue la responsable de la construcción y, consecuentemente de muchos daños, y que ya comprometió el financiamiento, ¡crimen, castigo y compensación!

4º La regla política de pizarrón, tras una derrota política, cambios en el gabinete.

Se releva a Eréndira Sandoval de la desacreditada Secretaría de la “Disfunción” Pública, por extrema incompetencia para dar resultados en la gran prioridad de la lucha contra la corrupción. También el “todopoderoso” Gabriel García, comandante de los súper delegados y del ejército de servidores de la nación que regresa al Senado, sea por el fracaso electoral, especialmente en la CDMX… ¡aunque contribuyó a ganar 11 gubernaturas!... o también como contrapeso a un no fácilmente controlable Monreal. El gabinete gana con 2 nombramientos: Roberto Salcedo, gran profesional de la eficiencia en la administración pública y un prestigiado economista como Ramírez de la O. ¡Ojala siguiera, por el bien del propio gobierno, la sustitución de los titulares de Energía, Salud, PEMEX, CFE!

5º Una veta que permea todo es su siempre brillante táctica política para continuar reforzando el poder presidencial.

Dar eficacia a sus impresionantes conquistas territoriales con una especie de nueva CONAGO de gobernadores afines, aunque sin darles los recursos que les urgen, y preparándose para ganar las gubernaturas pendientes.

Así continuará definiendo la agenda política sin dejar vacios en permanente campaña con su estrategia de referéndums públicos.

En agosto, la consulta inútil, definida en términos ambiguos, como pretexto para seguir atacando al legado de los expresidentes corruptos. Luego, el más importante, el referéndum sobre su gobierno, que es la “revocación de mandato” en marzo, como primer simulacro de la elección 2024.

La otra es promover la fractura y cooptación de la coalición parlamentaria a través de invitaciones, presiones, incitaciones, particularmente hacia los actuales “capos” de la “famiglia” priísta: Alito-Moreira-Murat, cuya complicidad ya se ha demostrado en votaciones, para aspirar a la mayoría constitucional, en ciertos temas que la requieren.

La otra vertiente es ¿cuál será el papel futuro de la “coalición opositora”, “Va por México”?

Aprendiendo de sus aciertos y errores, le corresponde el doble objetivo de fortalecerse como oposición al gobierno actual y preparar una alternativa atractiva de gobierno futuro en el 2024.

La primera tarea es fortalecerse en su papel como oposición al gobierno. Como paso inmediato, debe seguir una estrategia inteligente de descalificar los 2 referéndums, promover la abstención razonada.

La primera consulta es una ociosidad, la ambigua pregunta ni siquiera va contra los expresidentes, sino “actores políticos” en general. AMLO mismo podría ser “objeto”. Habrá muy pocos votantes. La segunda, la revocación de mandato es más importante. No caer en la “trampa” de hacer el “caldo gordo” a Morena, propiciar un debate estéril que sólo desvía la atención de los grandes problemas nacionales. Es evidente que la oposición no puede ganarle al Presidente. Si fuera el caso, nos va peor con un Presidente Sustituto. Abstenerse de votar, evitar que se llegue a los 36 millones que la harían vinculante. Este número se ve imposible. ¡No pasividad, sino activismo para desacreditar el proceso, como una “deformación de nuestro sistema político! El Presidente fue electo por 6 años y debe cumplirlos. Una votación baja será el mejor triunfo y la deslegitimación del proceso. Competir en las próximas gubernaturas, las 8 (incluyendo la “joya”, EDOMEX); en todas con una coalición eficaz con los mejores candidatos, para evitar todavía un mayor control territorial de Morena. Hubo elecciones, como en Nuevo León, que la suma del PRI y del PAN habrían dado el triunfo.

Fortalecer la coalición en el Congreso. Establecer los temas a defender: proteger al INE, preservar a los diputados plurinominales, oponerse a la creciente militarización del país con la fusión al Ejército de la Guardia Nacional, que debe ser al contrario, una verdadera Policía Civil Federal. Reforzar la coalición, requiere depurar los partidos políticos y los liderazgos en la Cámara. Un punto muy vulnerable en la coalición es el PRI, que es actualmente una vergüenza, camino de su “entierro”. Para sobrevivir su mayor derrota histórica, se necesita una renovación total de los cuadros dirigentes del Partido y de la Cámara. Es necesaria la renuncia de “Alito”. Un entreguista como Moreira no puede coordinar a los 70 diputados del PRI. También cambios en el PAN.

La segunda tarea es preparar un buen programa de gobierno, más allá de “decálogos” generales y simplistas, con visión de futuro, con elementos atractivos que contrasten con las deficientes políticas de Morena y que sí puedan resolver los problemas nacionales. Sí debe ser acompañado de un diagnóstico bien fundamentado, permanentemente actualizados, demoledor de las catastróficas, políticas en salud, pobreza, violencia, impunidad de crimen organizado, desempleo, caída de la economía. Como dijo Reyes Heroles: “Primero el programa, luego la persona”. Principalmente se necesita preparar un candidato único de unidad para la Presidencial, aceptable a todos los partidos de oposición. Hoy es evidente que el PAN, el PRI y el Movimiento Ciudadano, ninguno puede individualmente derrotar al candidato de Morena, pero la elección reciente demostró que todavía el “panista” no es aceptable a muchos priístas, y viceversa. ¡Se necesita encontrar una figura nacional, independiente, carismática de prestigio, aceptable a los 3 partidos, que opere con un gabinete de unidad, con los mejores hombres, como lo hizo Ávila Camacho! ¡Acercar al MC!

¡Como se ve, la ruta hacia el 2024 es azarosa, incierta y requerimos mucho trabajo para la renovación política de México!

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