Más de 180 mil niñas, adolescentes y mujeres, salieron a conmemorar el pasado 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México.

El número es inédito, fue por mucho la marcha del 8 de marzo más concurrida que recordemos en la capital de nuestro país.

Una marcha pacífica que tenía como objetivo recordar los avances en la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, llamar la atención por la necesidad de seguir trabajando para que exista una verdadera igualdad de oportunidades y recordarnos los enormes índices de violencia que las mujeres aún sufren por el simple hecho de ser mujeres.

En México las mujeres diariamente son víctimas de violencia física, sexual, emocional, psicológica o económica. Sus victimarios son sus parejas, sus familias, extraños en el transporte o la vía pública, compañeros de trabajo, de jefes y el mismo Estado.

Precisamente ese fue uno de los reclamos principales: el abandono institucional que la mayoría de gobiernos permite ante los justificados reclamos de niñas, adolescentes y mujeres por vivir una vida libre de violencia.

Tomemos como ejemplo el caso federal. Si por un lado el gobierno se auto define como el más feminista de la historia, por el otro es aquel que eliminó los fideicomisos que alimentaban los sistemas de protección a las mujeres víctimas de violencia; el que recortó en más del 30% los recursos para que las áreas de seguridad y procuración de justicia puedan prevenir, reaccionar o investigar los delitos de género; el que desmanteló el sistema de atención a víctimas; el que criminaliza los reclamos de las colectivas; el que revictimza a las madres buscadoras de personas desaparecidas y el que las invisibliza y les niega la verdad al afirmar que los delitos contra las mujeres han bajado.

El gobierno de López usa una estadística cada vez más manipulada para presumir que de 2022 a 2023 los homicidios dolosos de mujeres bajaron 8% y que en particular los feminicidios se redujeron 7%.

Obviamente omite decir que en ese mismo periodo las desapariciones de mujeres crecieron en casi 40%; que la violencia familiar creció 5%; la trata de personas 4.5% y las violaciones 11%.

Tampoco reconoce que este sexenio cerrará como el de mayor tasa de mujeres desaparecidas, de homicidios de mujeres, de feminicidios, de violaciones, de violencia familiar, de trata de personas, de mujeres secuestradas y de mujeres extorsionadas de la historia.

Asimismo, el sexenio de López, será el peor por el número de mujeres policías, periodistas y activistas ejecutadas. El de mayor casos de violencia electoral por condición de género.

El desprecio de este gobierno hacia las mujeres también fue observable mediante la reacción a las manifestaciones, pese a que la marcha se condujo con paz, existen videos y denuncias que desde Palacio Nacional algunas asistentes a la marcha fueron gaseadas.

Las mujeres representan la mayoría de la población y son el principal motor económico de las familias mexicanas. Pese a esto, el 65% de ellas vive con el temor constante de ser víctima de la violencia.

Su protección deberá ser tarea inmediata de la próxima presidenta a quien le tocará romper con el actuar del actual gobierno y recibirlas, escucharlas y respetarlas, en vez de abandonarlas.

Deberá destinar los recursos necesarios para revivir todos aquellos programas e instituciones que salvaban de la violencia doméstica a tanta mujeres; deberán fortalecer a las policías y fiscalías estatales para que en pleno apego a la ley, detengan y sancionen a los agresores; deberán proponer reformas de ley para hacer más efectiva la prevención y sanción en contra de la violencia de género y deberán vigilar a todas aquellas instituciones que actualmente maquillan los datos estadísticos de delitos que sufren las mujeres.

Deberá estar a la altura de ser la primera mujer presidenta de la República.

Este sexenio cerrará como el de más letalidad y abandono de las mujeres, su legado quedará enmarcado en la fotografía de la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México de este 8 de marzo: mientras se podía ver un Zócalo abarrotado de mujeres que exigen justicia y seguridad, desde un Palacio Nacional blindado se gaseó y se les dejó un asta bandera vacía.

Sí, la bandera no ondeó ante las manifestantes porque el gobierno federal decidió negarles el lábaro patrio a las mujeres que manifiestaban su inconformidad ante tanta violencia y negligencia estatal.

Director del Observatorio Nacional Ciudadano

@frarivasCoL

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