El pasado domingo 13 de noviembre centenares de miles de mexicanos salimos a marchar simultáneamente en más de 60 ciudades, en cuatro países, en favor de la democracia.
Quienes marchamos lo hicimos para atraer la atención de los legisladores que deben dar la batalla para que no se apruebe la reforma electoral que el presidente y su partido impulsan; para que López y Morena no se adueñen de las instituciones que garantizan una contienda electoral equitativa; para que no exista el riesgo que alguien pueda mantenerse ad eternum en el poder.
Debemos recordar que López quiere que los consejeros electorales y los magistrados encargados de resolver controversias en materia electoral, de proteger los derechos político-electorales de los ciudadanos e impartir justicia en el ámbito electoral, dejen de ser elegidos por criterios técnicos, de capacidad y conocimiento y sean propuestos por él, por el Poder Legislativo y por el Poder Judicial y luego votados por la ciudadanía.
Asimismo, busca eliminar los órganos locales y concentrar sus funciones en el nuevo INEC (Instituto Nacional Electoral y de Consultas).
Es decir, si la reforma se consumase, el presidente detendría el control de -por lo menos- 4 de los 7 Consejeros Electorales y 4 de los 7 Magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ( TRIFE ) y con ello podría determinar el proceso y resultado de cualquier elección local o federal.
Además, si se aprobase la reducción del número de diputados y senadores y eliminase a los plurinominales, aplastaría la representación de los grupos minoritarios; si se modificase el sistema de financiamiento a los partidos, generaría las condiciones para que estos recibiesen financiamiento poco transparente y con una gran oportunidad para que grupos de interés y delincuencia organizada se apoderasen de los partidos políticos.
En otras palabras, la reforma electoral que impulsa López busca regresar a México a la peor época de corrupción del PRI; a que el nuestro sea un país donde la ley y los derechos no importen y donde cualquiera pueda modificar las normas a conveniencia, incluso para perpetuarse en el poder.
Por eso los mexicanos marchamos en un ejercicio plural, ordenado y espontáneo donde hubo vitoreos a México y a las instituciones democráticas; donde participaron desde niños hasta adultos mayores; donde hubo personas a pie, en silla de ruedas, en muletas, en patines, caminando con sus mascotas, familias completas, donde estuvimos personas de todos los niveles socioeconómicos, entidades e ideologías políticas.
En contraste, rara vez se escucharon expresiones descalificadoras o insultos; hubo pocos mensajes en contra del presidente y su partido.
A diferencia de muchas otras marchas, no hubo acarreados, participantes que hayan asistido bajo la expectativa de una dádiva; tampoco hubo pintas, vandalismo o heridos; la policía capitalina fue respetada; ni siquiera hubo quien tirase basura en la vía pública: el Paseo de la Reforma y la Plaza de la República terminaron más limpias que cualquier otro domingo.
Todo ello ocurrió pese a los intentos de Morena de sabotear la marcha, sea a través de las granjas de bots que se lanzaron contra quienes participamos; pese a las mentiras del secretario de Gobierno capitalino, Batres, quien afirmó que sólo fuimos 10-12 mil personas en la marcha; de las abiertas amenazas que muchos servidores públicos recibieron de sus jefes para disuadirlos a marchar y a que “por una muuuuuy extraña coincidencia”, este domingo se implementó una contingencia ambiental que dificultó el traslado de quienes tuviesen un auto con calcomanía 1 o 2.
Los mexicanos demostramos que sí hay ciudadanía, sí hay valor cívico, sí hay compromiso y amor por México.
Ahora le toca a los legisladores de todas las fuerzas políticas -incluso a los muy pocos honestos que militan en Morena- salir a defender la democracia y evitar que México se transforme en una dictadura.
Protejamos al INE, al TRIFE, la representación ciudadana, el sistema de monitoreo y supervisión de ingresos y recursos de los partidos políticos, porque de ello depende el país en el que vivamos: si pasa la reforma electoral de López, México dejará de ser una democracia y cada uno de nuestros derechos estará en riesgo de ser pisoteado.
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@frarivasCoL