Este año Zacatecas se ha impuesto como la entidad con la mayor tasa de homicidios doloso en el país.

Ser el estado con más víctimas de homicidio en uno de los países con más homicidios del mundo no es cosa menor.

Esta escalada de violencia inició el año pasado, Zacatecas cerró 2021 como la entidad con la mayor tasa de víctimas de homicidio doloso con un crecimiento superior al 40% comparado con 2020.

¿La causa? La disputa que existe entre grupos delictivos que, de manera similar, llevó a que estados como Baja California, Colima, Chihuahua y Sonora compartiesen el top 5 de las entidades más violentas en 2021.

La delincuencia organizada es un fenómeno delictivo con profundas raíces históricas, con códigos culturales bien definidos, presentes en todo el mundo. La gran diferencia entre lo que sucede entre las mafias italiana, rusa, estadounidense, la Yakuza y la criminalidad organizada en Suecia o Nueva Zelanda y la delincuencia organizada en México estriba en la proporción de territorio y negocios que controlan, el número de grupos delictivos que compiten entre sí y la capacidad del Estado para contenerlos.

Precisamente porque es un fenómeno mundial, histórico y cultural, es impensable que la delincuencia organizada vaya a desaparecer, lo que sí es posible es que este fenómeno esté contenido y no cruce la línea de violentar a la sociedad en general.

Un buen ejemplo de éxito en la lucha contra la delincuencia organizada, es el caso italiano.

Por siglos la Mafia Siciliana operó bajo el lema “siempre con el Estado, jamás contra el Estado”, una estrategia que la llevó a la prosperidad, a ser tolerada por los diferentes gobiernos y a no representar un riesgo para la vida cotidiana de los comunes ciudadanos -quien no se involucraba en asuntos crimínales, rara vez veía de cerca los efectos de la violencia mafiosa-.

Con la llega al poder de nuevos liderazgos, los códigos tradicionales se rompieron y la violencia se volvió cotidiana. A partir de las “guerras de Mafia” de los años 70, Palermo se volvió el epicentro mundial de la violencia criminal y llegó a superar los 70 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Gracias a un encomiable trabajo de policías, fiscalías, jueces, autoridades civiles, empresarios, periodistas y sociedad civil, Palermo ha mantenido una tasa inferior a los 3 homicidios por cada 100 mil habitantes desde el 2001.

La mafia sigue siendo un enemigo a vencer para el estado italiano, sin embargo, los delincuentes modificaron su operación para evitar una mayor respuesta del Estado.

Ejemplo de ello es que Italia cerró el 2021 con apenas 273 homicidios -de los cuales más de 200 son homicidios relacionados con violencia social y no criminal-.

Lamentablemente en México estamos lejos de dicha realidad. Nuestra profunda debilidad institucional, la corrupción imperante, los altísimos índices de impunidad, la enorme penetración de la delincuencia tanto en el territorio como en los negocios lícitos e ilícitos, hacen que la tarea sea titánica.

En nuestro país la delincuencia organizada controla por lo menos la mitad del territorio nacional, controla la siembra, venta y trasiego de droga; el tráfico y la trata de personas; el tráfico de armas; el robo de hidrocarburo; la extorsión; el secuestro; el robo a transporte de carga; el contrabando; la piratería, el robo de energía, los delitos cibernéticos y los delitos cometidos en contra del medio ambiente -como es la tala clandestina, el tráfico de especies protegidas, el control del agua, la pesca, la minería ilegal-.

Ante ello el Estado mexicano ha repetido una y otra vez la misma fórmula, envío de fuerzas federales, combate frontal a través de las policías -principalmente la federal y las estatales- y las fuerzas armadas.

La falta de inversión y compromiso ha dificultado que estos delitos se investiguen, se desarticulen redes, se aseguren los activos y se sancionen a los delincuentes.

Una vez que la Fiscalía General de la República identifica delitos relacionados con la delincuencia organizada, las autoridades parecen perderse en una neblina que les impide investigar homicidios, secuestros, extorsiones o desapariciones de personas.

Ante el abandono de la federación y la falta de competencias legales, las fiscalías estatales han recurrido a detener por narcomenudeo y delitos del fuero común a integrantes de la criminalidad organizada.

Dicho esfuerzo resulta tanto insuficiente como contraproducente, en la mayor parte de los casos es imposible llegar a la judicialización de los mismos y lejos de controlar la violencia, la desata con mayor virulencia.

Lo que vemos hoy en Zacatecas es lo que hemos visto y seguiremos viendo en muchas otras entidades. Sin una estrategia clara de seguridad y justicia, que nazca del gobierno federal y sea complementaria con lo local, sin una fuerte inversión para fortalecer policías y fiscalías, sin combate efectivo a los activos de la delincuencia, sin colaboración internacional y sin un esfuerzo por desarticular redes y negocios criminales -en vez de perseguir caso por caso-, México está condenado a ser uno de los países más violentos del mundo y los mexicanos a vivir con miedo ante una delincuencia cada vez más poderosa y violenta.

Director del Observatorio Nacional Ciudadano.
@frarivasCoL 

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