En México se estima que el 71% de la población -es decir 93 millones de personas- hace uso de redes sociales. Para la mayoría, son un espacio virtual de esparcimiento y contacto con amigos y familia, para otros, es una herramienta de trabajo.
Lamentablemente, dentro del universo de usuarios, también se encuentran agresores psicológicos y/o sexuales y delincuentes que aprovechan la información que nosotros mismos publicamos, para cometer delitos.
De tal suerte que nuestra ingenuidad y buena fe, así como las fotografías personales e información que subimos a redes sociales, nos hace ser un blanco fácil para los delincuentes.
Un criminal, un agresor sexual, aprovechará todo detalle que exista en el ambiente virtual para engañarnos y/o violentarnos
Si bien el espacio virtual implica riesgos, también es un lugar donde una comunidad activa puede ayudar a prevenir la ocurrencia de delitos.
Muchos creadores de contenido han socializado información relevante, han permitido visibilizar los modus operandi y han denunciado a agresores y delincuentes.
Por ejemplo, @andresveguera24 -quien es un influencer colombiano que publica videos de esparcimientos tras ofrecer dinero a las pareja si ellas aceptan que les revisen sus redes sociales- permitió dar con la actividad de un pedófilo.
En una ocasión grabó la revisión -previa autorización de la madre- de las redes sociales de una adolescente de 13 años. Tras leer un par de conversaciones, se reveló que la chica mantenía en secreto un noviazgo virtual con un joven de su edad.
Aparentemente el joven le había solicitado la amistad en la red social, le habían hecho plática y tras un tiempo la había convencido a que fueran novios.
Ante la molestia de la madre por descubrir esa relación, el creador de contenido llamó al joven y así descubrieron que éste era en realidad un hombre de 50 años.
Dicho delito se conoce como “grooming”, se configura cuando un adulto se finge menor para acosar sexualmente en redes sociales a un menor de edad y, según datos de la organización CHS Alternativo, afecta a casi el 20% de menores de edad que usan redes sociales en América Latina.
En las varias plataformas se pueden encontrar testimonios de casos similares, con advertencias precisas para evitar que hechos similares ocurran.
Otro ejemplo de contenido que puede ayudar a prevenirnos de ser víctima se puede encontrar en el canal de Youtube de @GusgriVlogs.
Entre su contenido, se encuentran un par de videos donde entrevista a un criminal que buscó extorsionarlo. En ellos se describe cómo se ejecuta la extorsión en México y cuáles las características de los delincuentes.
En particular, se describe la información que el joven de 17 años sustraía de redes sociales para poder extorsionar.
En dicho contexto, vale la pena revisar la historia de una madre de familia de Veracruz, quien fue víctima de extorsión tras publicar una foto de su hijo en uniforme escolar.
A partir de dicha publicación, los delincuentes identificaron datos de la madre, del niño y de la escuela a la que acudía. Con ello, engañaron a la madre con amenazas y la obligaron a depositar una importante cantidad de dinero.
En la actualidad para cualquiera resulta difícil no tener una huella digital. Hay información nuestra que circula debido a las páginas web que visitamos, a las aplicaciones que usamos, a la información que algún amigo publica o que nosotros voluntariamente subimos a redes sociales.
Día a día vamos dejando pistas claras de quién somos, cuál es nuestra actividad, quién compone nuestro núcleo familiar e incluso, de cuantos recursos económicos disponemos.
Seamos cuidadosos con qué hacemos público, tengamos filtros para definir quién sí y quién no puede acceder a ello y supervisemos cuidadosamente el uso de redes sociales de menores.
En todo caso es importante establecer protocolos propios en la familia, definir palabras clave, buscar ayuda de las autoridades, para evitar ser víctimas de delitos que pueden empezar por el simple hecho de haber compartido un logro personal, una alegría, una foto propia o de un ser querido.