Indudablemente este año ha representado un reto importante para las personas, las familias, las empresas, los gobiernos, el mundo en general.

La pandemia ocasionada por COVID 19 ha significado la pérdida de la vida de por lo menos un millón de personas en el mundo y más de 70 mil en México, según datos oficiales; ha impulsado una crisis económica profunda que implica desde la pérdida de fuentes de ingresos para las familias, hasta la contracción de las economías nacionales, siendo el caso mexicano uno de los más graves del mundo.

La pandemia por COVID 19 ha puesto en jaque a la administración pública, tanto al sector salud -que en México ya desde 2019 vivía una crisis de desabasto sin precedentes- como al sector de seguridad y justicia. Recordemos que la administración federal distrajo -para atender esta pandemia- los recursos destinados a policías y procuración de justicia, dejando en situación de inoperabilidad a una parte importante de nuestro aparato policial y ministerial.

La actual pandemia también ha transformado las interacciones sociales, la tecnología le enseñó a las familias a estar cerca desde lejos; a los empleadores y empleados a colaborar a distancia; a niños, docentes y familias a lidiar con la educación virtual; a sectores como el turismo, el restaurantero, el de movilidad, el de esparcimiento a rediseñar su modelo de negocios.

Una pandemia que impulsa la actual crisis económica mundial, una crisis que ya desde hace meses se venía gestando dado las crisis ecológicas por incendios en diferentes partes del mundo, por el paso de meteoros que han dejado inundaciones y muertes, y al conflicto entre las economías más poderosas del mundo.

En México la crisis de desempleo y de cierre de actividades, empezó en 2019, el año de crecimiento 0 de la economía tras décadas de crecimiento modesto, pero constante.

La crisis económica se debe a que el actual gobierno federal ha dificultado la inversión privada, vulnerado la confianza internacional y desperdiciado enormes cantidades de recursos en proyectos destinados al fracaso.

La crisis económica impulsada por la actual administración se sigue agravando debido a la actual pandemia.

Sin embargo, la pandemia en nuestro país también tuvo un efecto positivo: la disminución de accidentes de tránsito y de delitos comunes como los robos, las extorsiones y los secuestros.

Según los datos oficiales si comparamos los primeros ocho meses de este año con los del año anterior el homicidio culposo -aquel relacionado con accidentes, imprudencia e impericia- disminuyó un 9.64%; el secuestro 40.16%; la extorsión 9.92%; el robo con violencia 22.78%; el robo de vehículo 23.72%; el robo a casa habitación 24.50%; el robo a negocio 21.68%; el robo a transeúnte 28.49%; el robo en transporte público 41.26%; la violación 8.65%; las lesiones dolosas 16.37%.

Era obvio que al haber una reducción sustancial de gente en las calles los accidentes letales de tránsito disminuyesen y que fuesen menos frecuentes los robos, extorsiones y secuestros.

Otra cara de las reducción de las carpetas de investigación de estos delitos fue el aumento de los casos no denunciados o no investigados por la autoridad.

Entre el temor al contagio y la menor capacidad de atención a las víctimas por parte de la autoridad, en el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) contamos con la evidencia de un gran número de personas que sufrió delitos, que buscó asesoría del ONC pero que al final optó por no denunciar ante la autoridad competente.

Dicho de otra manera y como diría el presidente López, “la pandemia cayó como anillo al dedo” para reducir delitos que de otra manera no hubiesen disminuido.

En contraste los delitos más violentos y aquellos relacionados con la delincuencia organizada siguieron creciendo, de enero a agosto 2020 las víctimas de homicidio doloso crecieron 1.50% y las de feminicidio 2.22%; el narcomenudeo creció 8.70%; la trata de personas 0.74% y la violencia familiar 0.81% comparado con el mismo periodo de 2019.

Ante este escenario ¿cómo podemos suponer que cerrará este 2020 en materia de seguridad?

1. Es probable que este año termine por debajo del 2019 en homicidios culposos y robos en sus diferentes modalidades. La marcada diminución de carpetas de investigación por estos delitos durante el periodo de confinamiento, arrastró la estadística a la baja y aunque, a partir del reinicio de actividades hemos visto el repunte de robos y otros delitos comunes, es casi imposible que 2020 rebase a 2019 ya que este último fue el peor año de la historia mexicana en materia de robo a negocio, el quinto peor en robo con violencia y el octavo peor en materia de robo a transeúnte.

2. La violencia de género y familiar de nuevo romperá récord. Si 2019 fue el peor año en materia de feminicidio y violencia familiar, el cierre de los refugios para atender a mujeres y familias en situación de riesgo, el recorte a la procuración de justicia y la ausencia de medidas preventivas nos llevarán a que este año sea de nuevo el peor de la historia en estos delitos.

3. De nuevo 2020 será el peor año en materia de homicidio doloso. Si bien en 2020 el número de casos de este delito muestra una disminución del 0.63% respecto al mismo periodo de 2019, el número de víctimas ha crecido en un 1.50%. Ello nos pone en manifiesto que este año han aumentado los casos de homicidios múltiples, es decir, las masacres, aquellas que el presidente se niega a reconocer y de las que se rie en las mañaneras. Por ello, si primero fue 2017 el peor año en materia de homicidio doloso, luego lo fue 2018, luego 2019, ahora 2020 cerrará como el año más violento que los mexicanos podamos recordar.

4. De manera similar el narcomenudeo y la trata de personas romperán el triste récord de 2019 y este 2020 será el peor año en materia de estos delitos. Las crisis económicas en el mundo impulsan dos fenómenos, el aumento de las dependencias y los flujos migratorios, si consideramos que ni con el confinamiento estos dos delitos disminuyeron su incidencia, a estas alturas del año, resulta casi imposible que 2020 no rebase a 2019. Además, en materia de trata de personas, México es un país que recibe víctimas de trata, que nutre de víctimas a los delincuentes y ruta de las redes criminales dedicadas a este delito; el aumento de la incapacidad institucional, en conjunto con el aumento de corrupción e impunidad generará un desastre en el combate a este delito.

5. Si bien es difícil que en materia de extorsión rebasemos a 2019, el segundo peor año de la historia en esta materia, el delito crecerá sustancialmente debido al mayor uso de los medios tecnológicos, a los recortes presupuestales para el sistema penitenciario y de procuración de justicia y a la profunda crisis económica.

6. Por lo que refiere al secuestro puede que 2020 siga el fenómeno a la baja, no obstante, para 2021 es probable que repunte si la federación sigue debilitando a policías y fiscalías locales y continúe aumentando la crisis económica.

7. Un delito que debemos reconocer ha venido bajando de manera sostenida en los últimos 23 años es el robo de vehículo. Muy probablemente éste seguirá disminuyendo dado los sistemas tecnológicos de los carros, en la medida que el parque vehicular nacional sea medianamente moderno, este delito continuará a la baja.

Para revertir el empeoramiento de las condiciones de seguridad es imperativo que el gobierno escuche a víctimas y expertos, saque la politiquería del tema e impulse una gran política nacional con acento en las condiciones propias y locales; crezca radicalmente el gasto en la materia; desmilitarice la seguridad; impulse una procuración de justicia independiente, que actúa según lo establecido en la ley y no que se doblegue al poder o a pseudo encuestas de opinión; que se abra a la cooperación internacional y que se auto evalúe y permita la evaluación externa reconociendo sus yerros para así poder mejorar.

2020 será el peor año por lo que a víctimas de homicidio doloso y feminicidio refiere, a los casos de trata de personas, narcomenudeo y violencia familiar, si no se actúa con sentido de responsabilidad y urgencia 2021 de nuevo será el peor año en esta materia y probablemente en muchas otras.

Director general del Observatorio Nacional Ciudadano
@frarivasONC

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