El 1 de septiembre el presidente López rindió el 4º Informe de Gobierno. Como históricamente ha sucedido, pudimos ver un formato disfuncional y obsoleto que debe ser reformado.
Hasta hace 30 años el día del Informe era en los hechos la fiesta del presidente. Tras aplausos y felicitaciones del H. Congreso de la Unión, el presidente en turno se paseaba por las calles capitalinas para ser vitoreado por el pueblo.
A partir de los años 90 y hasta el último año del presidente Fox, el 1 de septiembre se volvió el día contra el presidente. Salinas, Zedillo y Fox eran interrumpidos a gritos, criticados y atacados por la oposición en turno de manera desordenada y sin un sistema de diálogo.
Dada las protestas post electorales de 2006, cuando los legisladores del PRD impidieron al ex presidente Fox rendir su último informe ante el Congreso, el formato se reformó. Desde entonces el secretario de Gobernación entrega por escrito al Legislativo el documento, mientras el presidente de la República lee un resumen de “los logros de su gobierno” ante un público seleccionado.
Dicho ejercicio ha carecido históricamente de los elementos de una necesaria rendición de cuentas: el Ejecutivo Federal en turno habla y los asistentes escuchan, sin posibilidad alguna de réplica; si los datos que presenta son imprecisos o falsos, nada ocurre; no explica la relación que guarda el uso de recursos con los resultados expuestos; cada uno de los presidentes ha matizado las fallas de su gobierno y terminan por describirlas como simples “pendientes que quedan por atender”.
Particularmente en esta administración la retórica triunfalista y la estadística aportada por el presidente de la República ha carecido de todo sustento en los datos duros que elabora su mismo gobierno.
En particular por lo que se refiere a seguridad y justicia, López ha dedicado muy poco tiempo a hablar del tema y ha aportado estadística falsa.
En esta ocasión el mandatario dedicó tan sólo 6 minutos a una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos y el contenido de su discurso va desde lo vago y lo no fundamentado, hasta lo abiertamente falso.
Por ejemplo, López aseguró que desde el inicio de su mandato, los delitos del fuero federal han bajado 29.3% -mientras que la estadística oficial reporta una baja del 16.3%- y presentó el dato como un éxito.
Es importante recordar que si han disminuido las investigaciones iniciadas por la Fiscalía General de la República es debido al aumento de la impunidad, a la falta de detenciones, aseguramientos, acciones y resultados por parte de la FGR y las fuerzas federales y no a que en el país ocurran menos delitos.
Por lo que refiere al homicidio, el presidente aseguró que los datos del INEGI demuestran que este delito se ha reducido 2.82%, sin explicar qué periodos comparaba. En un ejercicio que llevamos a cabo en el Observatorio Nacional Ciudadano, fue imposible reconstruir dicho dato.
En contraste, si comparamos los datos oficiales de los primeros 44 meses del gobierno de Peña contra los primeros 44 meses del gobierno de López, hay un aumento del 60.87% de los homicidios dolosos y más del 100% de los de Calderón en el mismo periodo.
Sobre el mismo tema de homicidio, el presidente declaró que este año la disminución de este delito es de 10.4%. De nuevo, los datos oficiales desmienten al mandatario ya que la disminución reportada este año es de 8.71%.
Cabe resaltar que no hay evidencia que dicha diminución sea efecto de alguna acción específica del gobierno federal. La ausencia de recuperación del territorio controlado por la delincuencia organizada, los terribles hechos de violencia que ocurren a diario, hacen suponer que todo ello es debido a otro tipo de factores.
En todo el mundo la pandemia facilitó la disminución de delitos, particularmente de los homicidios, es de suponer que una parte de las supuestas disminuciones en nuestro país estén asociadas a este confinamiento.
Asimismo, el aumento del control de algunos grupos delictivos sobre otros -o sobre el mismo Estado- y la ausencia de acciones por buscar a las 60 mil personas desaparecidas en lo que va de este gobierno, pueden ser las causas detrás de la disminución de carpetas de investigación por este delito.
El dato más impreciso que compartió el presidente fue sobre el secuestro, según sus declaraciones, este delito bajó 81%.
El análisis minucioso de la información pública oficial nos confirma que dicho delito disminuyó, el problema es que la baja fue del 37% y no del 81%.
Tampoco respecto a este dato el presidente contextualizó que la supuesta disminución pueda deberse a la pandemia -es muy difícil secuestrar a alguien que se encuentra confinado en su casa- o que, con el inicio de esta administración se ha manipulado la estadística oficial sobre secuestro. A partir de 2019, se advierte que al tiempo que bajan los registros por este delito, suben desmedidamente las carpetas de investigación por “otras privaciones ilegales de la libertad”.
Por lo que refiere a la iniciativa que el mandatario envió al Congreso el pasado 31 de agosto para transferir la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional -y que el Congreso aprobó en fast track-, López aportó muchos datos falsos:
1. Enfatizó que con dicha reforma no intenta militarizar al país. ¿Cómo puede ser civil un cuerpo conformado en más del 90% por militares, bajo la orden de militares y bajo un régimen disciplinario militar?
2. Reportó supuestos éxitos de la Guardia Nacional que contradicen los hallazgos de INEGI, así como los datos enviados al Legislativo en 2021. Según dicho reporte la Guardia Nacional logró en un año sólo 14 detenciones derivadas de investigaciones.
3. Describió tanto a la Guardia Nacional como al Ejército como impolutas pese a que en este sexenio se dispararon las denuncias de violaciones graves a derechos humanos en contra de ambas instituciones.
Respecto a que la extorsión, la trata de personas, las desapariciones (incluidas las forzadas), los delitos de género, las lesiones dolosas, el narcomenudeo, los delitos financieros, el robo a transporte de carga y los delitos electorales, estén en máximos históricos el presidente omitió hablar.
Tampoco explicó por qué los decomisos, las detenciones, los aseguramientos y las sentencias condenatorias hayan caído en su gobierno, respecto a los anteriores.
A México le urgen ejercicios donde las autoridades expliquen cómo y para qué se gastan nuestros recursos, qué impacto logran con ello y en los que la información sea verdadera.
El 4º Informe de Gobierno de López -igual que sus mañaneras- fue un espectáculo mediático carente de sustento, autocrítica y verdad.
Los 6 minutos dedicados a la seguridad fueron una mentira tras otra, son una falta de respeto para las millones de víctimas del delito que este gobierno abandonó y perpetua la cultura de la corrupción y opacidad.
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@frarivasCoL