En días pasados, el Consejo Nacional Empresarial Turístico y el Centro de Investigación Avanzada en Turismo Sostenible (STARC) de la Universidad Anáhuac Cancún presentaron una nueva edición de su ‘Panorama Turístico’, en la que dan cuenta de los resultados del turismo mexicano entre mayo y agosto de 2024. En conjunto, esta información configura un escenario que no sólo perfila una desaceleración del sector, sino que identifica también lo que puede ser el inicio de una nueva época de vacas flacas.
Entre los aspectos más relevantes que vale la pena mencionar y que apuntan en este sentido se debe recordar que, en comparación interanual, las llegadas de turistas por vía aérea descendieron 3.6% en julio y 6.2% en agosto. De igual forma, llama la atención la reducción de 4.1% del tráfico aéreo nacional de enero a agosto, derivada del llamado a revisión de turbinas de los equipos Airbus 320 y 321neo; con ello, en el top ten de rutas nacionales, nueve reportan resultados negativos. Finalmente, de acuerdo con información de Datatur de la Sectur, las llegadas de turistas residentes en el país (turismo interno) disminuyeron 4.4% en los primeros ocho meses del año.
En el caso del turismo internacional, una primera hipótesis para explicar la contracción del segmento aéreo sería una caída en los flujos de viajeros norteamericanos al exterior, toda vez que constituyen, en números redondos, dos terceras partes del total. Sin embargo, esta idea debe ser desechada pues, en realidad, este mercado tuvo un crecimiento de 9% en los primeros nueves meses del año.
En mi opinión, el descenso en las corrientes turísticas internacionales obedece a una combinación múltiple con cuatro factores principales: la denominada fatiga de los destinos, es decir, el hecho de que luego de que los turistas contuvieron sus desplazamientos, viajando reiteradamente a destinos cercanos y seguros en la pandemia, al recuperarse la posibilidad de viajar a cualquier parte, así lo hicieron; por ejemplo, los norteamericanos que en verano privilegiaron sus viajes a destinos europeos. El segundo factor es la insuficiente inversión promocional que realiza el país; de la mano de lo anterior, debe contarse como un tercer punto el denodado trabajo de nuestros competidores, quienes hacen muy bien su tarea. Finalmente, el cuarto factor tiene que ver con una reducción sensible en la oferta aérea internacional hacia destinos de playa.
No pueden dejar de mencionarse como factores secundarios la desafortunada imagen que se proyecta con los hechos de violencia que suceden en diferentes partes del país y que alcanzan una notable cobertura mediática, así como por la implantación de una política de visados restrictiva con algunos mercados sudamericanos.
Por el lado del mercado nacional, parece haber un impacto por la falta de asientos aéreos —con un impacto adicional en incremento en precios—, porque Acapulco aún no recupera plenamente su oferta y por un importante aumento de viajeros mexicanos al extranjero.
Habiéndose descontado ya los efectos de una mala temporada de verano, empresarios y trabajadores del sector ven con preocupación los pronósticos para el invierno, que suele ser el mejor momento del año, por lo que se refiere al turismo internacional.
En un escenario en el que los factores ya mencionados que contienen a la demanda no parecen modificarse, preocupa de manera especial la proyección sobre la disponibilidad de asientos para esta temporada alta en las rutas a destinos de playa provenientes de EU que, de acuerdo con la información disponible, se encuentra 6.5% por debajo de los niveles del año previo en el periodo octubre-diciembre, sin anticiparse un cambio sustantivo en meses subsecuentes.
En consecuencia, se antoja necesario un trabajo extraordinario entre los destinos, líneas aéreas y autoridades federales que pudieran encauzar, al menos, una recuperación parcial de esta oferta.
Director del Sustainable Tourism Advanced Research Center (STARC) Anáhuac Cancún
X: @fcomadrid